Marco Deportivo :: Calle sin nombre, esquina con olvido
La ficha biográfica cuenta que nació en un puerto donde su familia se estableció para sobresalir en distintos ámbitos: la empresa, la política y el deporte.
El talento que mostró desde muy temprana edad fue detectado por sus padres, quienes lo apoyaron para que puliera sus facultades con especialistas de élite.
Entonces, apenas siendo un adolescente, emigró para convertirse en portador de puras buenas noticias.
La pequeña ciudad del estado, el puerto bonito pero desdeñado, gracias a él, sonó en los grandes eventos internacionales.
De repente, un deporte en el que el país jamás ha logrado despuntar, tenía un representante de excepción.
Las notas informativas que llegaban al puerto decían que el mexicano le ganó al norteamericano y le jugó de tú a tú al sueco o al argentino o a cualquiera.
Pero él corregía y las notas informativas cambiaban para decir que el ensenadense le ganó al norteamericano y le jugó de tú a tú al sueco o al argentino o a cualquiera.
Y el ensenadense que se fue para buscar fortuna se ubicó entre los diez mejores del mundo en su especialidad, cosa que muy pocos en la historia de la ciudad –en el ámbito que sea– pueden presumir.
Además, junto a su socio norteamericano, formó la dupla que dominó la época de esplendor de su deporte, cuando la moda obligaba a lucir melena y patillas.
Casado con una mujer igualmente exitosa, dijo adiós a su carrera de manera oficial para dedicarse a la ardua tarea de ser padre.
Retirado, todavía se reúne con sus contemporáneos para jugar “torneos masters”, o lo que es lo mismo –aplicada una justa traducción– “torneos de maestros”.
Aunque viaja durante todo el año para recibir reconocimientos por ser la última gran referencia del tenis mexicano, siempre regresa a su ciudad, su Ensenada, donde reside y donde no le pide nada a nadie, porque no lo necesita.
Gobiernos van y gobiernos vienen. Los colores, las siglas, cambian. Los nombres de las calles y las avenidas, también.
Pero él no ganó elecciones, ni generó revueltas contra el régimen.
Es un triunfador de la época actual, un ser humano de carne y hueso.
Sus logros fueron documentados, son oficiales, así que no están sujetos a la subjetiva visión de los historiadores, tan acostumbrados a contarnos leyendas protagonizadas por héroes y villanos.
Tampoco gobernó, y como tampoco gobernó, tampoco es sospechoso de lo que son sospechosos los que gobiernan, esos cuyos nombres bautizan las calles y las avenidas del puerto, justo por donde, de la mano de Maritza, camina Raúl Ramírez Lozano, el mejor tenista mexicano de la historia, el ensenadense.
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