Ella está a punto de tomar posesión.

Él ya tomó posesión ayer.

Ella tiene una visión sobre el deporte, lo conoce.

Él no.

Ella considera que es necesario mantener el cobro en las unidades deportivas de la ciudad.

Él dice que no, que él manda y que no se cobrará la cooperación por ingreso a las unidades deportivas de la ciudad, concepto que durante el último trienio generó, anualmente, alrededor de dos millones de pesos.

Ella piensa que ese par de millones bien podrían contribuir al mantenimiento de las unidades deportivas y de otros espacios que significan inversiones permanentes, como la alberca pública de la ciudad.

Él insiste que no, que fue una promesa de campaña y que no debe cobrársele a nadie que acuda a hacer deporte en los espacios públicos que hay en la ciudad.

Ella recomienda matizar la iniciativa: que los niños no paguen y que los adultos que puedan y estén en condiciones de hacerlo –como ha sucedido desde hace muchos años–, aporten los tres pesos por entrar a las unidades deportivas.

Él sonríe y dice que aunque ella no quiera eliminar la cooperación por ingreso a las unidades deportivas, tendrá que hacerlo porque él es quien manda y ya lo decidió.

Ella dice que colaboró en la campaña de él.

Él dice que no la conoce bien, pero confía en la recomendación de una familiar cercana, quien “sí sabe de deporte”, la conoce bien, y por eso la recomendó, porque confía en su capacidad como profesionista en la materia.

Ella está ocupada en planear su proyecto de tres años para que el deporte de la ciudad despunte.

Él está ocupado en arreglar problemas políticos, fuego amigo y enemigo.

Ella tiene que satisfacer las necesidades de una comunidad numerosa y talentosa que conforma un municipio enorme, pero sobre todo urgido de atención.

Él nunca menciona el deporte entre sus acciones prioritarias.

Ella sabe que la administración saliente entregó una cantidad sin precedente de espacios deportivos para el uso de la comunidad: gimnasios, unidades, remozamiento de escenarios históricos en la ciudad.

Él quiere hacer historia promoviendo obras ambiciosas que parecen salir de los alcances de un alcalde, ninguna de las cuales refiere al deporte.

Ella requiere del apoyo de él.

Él requiere del apoyo de ella.

Ella y él se han saludado dos o tres veces desde la designación hasta la toma de posesión

Ella y él tendrán que comunicarse mejor si quieren afianzar un proyecto de tres años.

mdominguez@elvigia.net

md_niebla@hotmail.com





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