Marco Deportivo :: Transición en trance
Miércoles a las diez.
Puntuales, listos todos para tomar posesión, llegan la nueva directora y su equipo.
Pero algo pasa.
Falta el documento oficial que ratifique el acto.
El director en funciones, próximo a salir, les informa, con aspereza, sin salirse de su estilo, que no puede dejar la dependencia ni entregarla sin ese trámite.
A un día del cambio de gobierno, el director saliente no puede salir y la directora entrante no puede entrar.
En medio del caos administrativo y la desorganización, la transición está en trance, entorpecida…
Los choques surgen: “seguimos cobrando la cooperación, o no”, pregunta el taquillero de una de las unidades, “vino uno de los nuevos a decirme que ya no lo hiciera”.
El director saliente, que todavía no sale, ordena que se siga cobrando, “todavía no hay cambios, nadie, que no sea yo, puede dar órdenes aún…”.
Por problemas de administración, la promesa de campaña del nuevo alcalde, ofertando la entrada libre a las unidades deportivas, sin la cuota de cooperación que hasta hoy se sigue cobrando, no puede efectuarse.
La medida popular y populista tiene que esperar y los taquilleros, por lo pronto, pueden seguir trabajando.
Los que van a dirigir el deporte ya quieren empezar, pero no pueden.
Y los que se tienen que ir ya quieren irse, pero tampoco pueden porque no se ha expedido un documento oficial que confirme a su relevo.
La incertidumbre genera enfrentamientos, las señales se cruzan, hacen corto circuito: el todavía director, en plena pista atlética de la unidad deportiva donde despacha, discute, choca, con una integrante de la administración entrante.
En el nuevo gobierno, el gobierno del cambio, todos pelean entre sí, en súper libre, tricolores contra tricolores y tricolores contra el resto de los colores que pintan de cuerpo entero a la escoria política; oportunistas que hablan del “bien de la gente” cuando lo único que quieren es el bien personal y el de su tribu; podredumbre representada por acarreos y loas a mercenarios que suben como pareja protagónica al escenario principal de los actos masivos en representación de congresos y cabildos, para dar forma a un cuadro repugnante en el que ondean banderas decoradas de rojo y amarillo, con las iniciales de Patético y Trágico.
En la tierra de los discursos afiebrados y retadores, el deporte queda fuera de la agenda de prioridades.
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