MARCO DEPORTIVO :: Alcanzados por la hemeroteca
Supuestamente era una reunión secreta, aunque a quienes menos les interesaba que guardar el secreto era a los protagonistas del hecho consumado una mañana de domingo.
Como testigos de la reconciliación, en la aromática cafetería, los dos periódicos de la ciudad, cuyos reporteros fueron avisados del encuentro, con sede y hora; todo fríamente calculado.
“¡Qué bárbaros, ustedes de todo se enteran… cómo le hacen!”, frase común de bienvenida que pretende halagar la vanidad del periodista para proteger la identidad del “contacto” que filtró la información “secreta”.
Con la prensa presente, como lo querían las dos “discretas” partes, presidente de asociación y presidente de liga posan sonrientes para la cámara con el documento que confirma el reencuentro, mientras en la mesa esperan las humeantes tazas de café y las quesadillas recién servidas “para empezar”.
La liga solicita el reingreso, arrepentida por renunciar a la asociación en una lucha destinada al fracaso, pues derrocar a un líder desde la disidencia es más difícil que hacerlo desde adentro, como afiliado.
Y la asociación, también arrepentida, avala el reingreso porque entiende que no es lo mismo tener a la “gran liga”, a la “histórica”, a la “municipal”, que tener a cualquier otra, nueva o vieja, pudiente o modesta.
La mesera toma la orden de los comensales que en otros tiempos se dirigían diatribas insultantes, pero que, de repente, transforman el dialogo en frases conciliatorias.
Los discursos, ahora, son de reconocimiento, de respeto a las ideas, del deseo de regresar a la oficialidad, de reconocer a una liga que “nació federada”.
Todo cinco años después, tiempo suficiente para escarbar en la historia, para confrontar las versiones, las citas lanzadas desde la oposición contra la oficialidad: “mientras yo esté, no regresamos”, “el malandrín que forma ligas patito”, “regresar sería un retroceso”, “dictador: fuera del beisbol”…
O aquellas declaraciones surgidas desde la oficialidad contra la oposición: “esa gente no existe”, “no los queremos de regreso, ni vivos ni muertos”, “están castigados de por vida”, “jamás regresarán al beisbol federado”…
Dicen que el tiempo pone a cada quien en su lugar, que es de sabios reconocer, que hay gente que tiene que tragarse sus palabras, que más pronto cae un hablador que un cojo, que el pez por la boca muere… tantas cosas que les serán recordadas a ambas partes.
O como dice un amigo periodista, “la hemeroteca ha alcanzado” a los titulares de la asociación y de la liga, quienes, tomados de la mano, una mañana de domingo, pactan el acuerdo, la reanudación de relaciones, entre chilaquiles y omelettes.
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