Marco Deportivo :: La vieja escuela
Era la época de la mano dura, de “las damas de hierro”, las tajantes, las que no dejaban espacio a la negociación, las del “portazo en la cara”, las del “no quiero hablar y no hablo”, las de “si no agendas una cita, no concedo entrevistas”…
En su momento, hace casi una década, el deporte del estado era dirigido por mujeres que aplicaban ese estilo sin contemplaciones, profesionales en la materia con metas claras.
Los seis años de gobierno finalizaron y fue momento de evaluar.
Por aquellos tiempos, la entidad era una más de las que deambulaban en la mediocridad (si por mediocridad se entiende ocupar el lugar número trece o el número quince de treinta y dos participantes).
La evaluación final obligó al cambio de estilo, a una política de deporte con mayor grado de especialización, la cual entregó resultados inmediatos y sobresalientes, mismos que son superados año con año en la producción de medallas, de infraestructura y de talentos.
Y aquella línea, la de las mujeres al mando del deporte, después de nueve años, quedó –no por el género sino por los resultados entregados– como un recuerdo, como una anécdota con poco o nada que rescatar.
Pero en el puerto, un alcalde recién electo, recordó a su hermana, la ex directora del deporte estatal, a quien le facilitaba “la cabaña familiar” para sus generosas ruedas de prensa, en las que se servían los mejores platillos de la cocina oriental.
Cuando acudió a ella le solicitó una sugerencia para designar al titular del deporte de la ciudad. Y la hermana le recomendó a una de sus colaboradoras durante aquellos años en los que el deporte del estado deambulaba en la mediocridad.
Él, finalmente, aceptó designar como titular del deporte de la ciudad a la recomendada de su hermana, aunque no la conociera.
Entonces, el estilo de dirigir el deporte en el municipio comenzó a parecerse tanto a la forma de dirigir el deporte estatal hace más de una década.
Y entonces, también, el deporte de la ciudad empezó a vivir la época de la mano dura, de “las damas de hierro”, las tajantes, las que no dejan espacio a la negociación, las del “portazo en la cara”, las del “no quiero hablar y no hablo”, las de “si no agendas una cita, no concedo entrevistas”… las que no han entendido que durante tantos años de ausencia las cosas cambiaron.
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