Marco Deportivo :: La mala educación
Ellos miden sus valores de acuerdo al “cañonazo”, al ofrecimiento. Hay de todo: los que conservan criterios de lealtad a la palabra empeñada, o los que cada lunes contestan el teléfono para escuchar la nueva oferta del nuevo patrocinador para que emigre a una nueva liga.
También están los que cumplen a cabalidad el canje en efectivo o en especie para defender los colores de un equipo durante la temporada entera, o los que después de un berrinche buscan acomodo en la liga rival.
Aún hay unos cuantos que juegan por amor al beisbol o por el convivio posterior a los juegos entre bebidas y bromas, pero también están los que juegan por el “sueldo semanal”, independientemente de cuántas cajas registradoras diferentes tengan que visitar durante un año.
Los patrocinadores, por su parte, son como sus padres: los mimaron, los maleducaron y cuando terminaron de formarlos, tuvieron su recompensa: un bosque de árboles torcidos, con una minoría que conservó un tronco firme, con raíces sólidas.
Como cualquier padre arrepentido que ha hecho un mal trabajo, los patrocinadores se quejan, responsabilizan a las “ovejas negras” que ellos mismos crearon en complicidad con las directivas de las ligas.
En un ambiente de caos, la “de-formación” brindada a los peloteros desde la cuna es aprovechada por las ligas para afectar al rival, para mutilar su bosque, sin importar que la nueva adquisición les pague con la misma moneda y en el lapso de una semana vista otro color diferente.
Mientras tanto, la liga que por su historia despierta resistencias y recelo en las demás, regresó a la oficialidad para retomar su lugar dentro del beisbol estatal, pero al regresar la oficialidad, oficialmente ha recibido un par de declaraciones de guerra, una guerra que está perdiendo de acuerdo al número de bajas registradas en su “batallón”.
Por contradictorio que parezca, los embates enemigos vienen de sus propios compañeros de cuartel, los que, al igual que la liga histórica, se cuadran ante el jefe de jefes, el teniente coronel, patriarca del líder estatal, quien, supuestamente, defiende la legalidad con su vida.
Sin embargo, una semana después de su reconciliación con la liga histórica, el defensor de la legalidad todavía ve a la distancia, a través de la prensa, la forma en que dos de sus batallones desmembran al tercer aliado en la ciudad, con cañonazos bien cargados que encuentran sus blancos en las “víctimas” de la mala educación.