Marco Deportivo :: Historias en común







Tal vez el error fue mío, mis expectativas se dispararon cuando un representante de la directiva describió al recién llegado como un unificador de esfuerzos, un talento en la materia, un técnico de primera línea.
Pero desde el primer día, desde la primera plática, desde que percibí su modorra, supe que no había química y que, si de esa relación dependía mi continuidad de casi una década en el equipo, mis días estaban contados.
El tiempo confirmó mis sospechas y a menos de una semana se registró la primera baja y no fue una baja cualquiera, sino que se trataba de una figura del equipo, la más experimentada.
En la directiva caló la salida de ese elemento pero no había marcha atrás, ya habían traído de fuera al nuevo timonel y no quedaba más que apoyarlo.
A los pocos días, sus actitudes ya habían creado una división inédita en la historia del equipo.
Sin habilidad, porque carece de ella, optó por rodearse de aquellos jugadores de más bajo perfil.
Con ellos, disfrutó las bondades de su nueva ciudad: comidas, copas, fiesta, todo a cambio de privilegios, titularidades, minutos de juego.
Mientras que los otros, los que durante tantos años nos ganamos la titularidad a base de trabajo, vimos reducir de manera dramática nuestros minutos en la cancha porque simple y sencillamente no creíamos en su capacidad, ¿cómo puedes confiar en alguien que no es capaz de ganarse tu respeto?
El hombre, ante cualquier cuestionamiento, se vuelve loco, grita, lanza acusaciones y jura venganzas, se ufana de hablar “de frente” aunque todo lo hace “a espaldas” de la gente.
Los resultados del equipo siguen siendo los mismos, pero hay que reconocerle que sí se ha notado su mano en algo: entre los jugadores ya no nos podemos ver ni en pintura, estamos todos divididos.
Sin embargo, no todo es malo, la incapacidad del entrenador no sólo fue detectada por los jugadores disconformes sino también por los patrones, quienes decidieron contratar a una autoridad superior que revise por qué el tipo no ha cumplido con las tareas que se le encomendaron en sus primeros meses de trabajo.
–¿Y qué pasó? –preguntó el reportero.
–En eso estamos, esperando, cuestión de tiempo –respondió el jugador.
–Me gusta tu historia, ¿puedo contarla?
–Te la cuento como amigo, pero sí, hazlo si quieres, publícalo –autorizó el jugador–. A estas alturas lo único que puede pasar es que me saquen del equipo por decir la verdad, lo que pienso.
–Gracias, tu historia es mi historia –dijo el reportero.

mdominguez@elvigia.net
md_niebla@hotmail.com





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