Apuntes perdidos







Por Marco Antonio Domínguez Niebla

Del barrio al ring. Los veo sentados en esa rueda de prensa y los imagino en su hábitat natural: las calles de Punta Banda, uno de los barrios más bravos de Ensenada, donde ambos han crecido. «Pero no somos amigos», atajan de inmediato los dos, marcando su territorio, cada uno con su personalidad, con su estilo. Y aclaran que allá la cosa se divide en tres partes: Punta Banda 1, 2 y 3. «Yo soy de Punta Banda 3», dice «El Micky». «Y yo de Punta Banda 1», precisa Joksan. Pero por esas cosas del destino, los dos gallitos más sobresalientes de ambas secciones jamás se hallaron frente a frente, en tiro directo, por alguna de las estrechas calles del terruño partido por la avenida Pedro Loyola. «Nos conocíamos, nos saludábamos, pero hasta ahí; nunca nos tocó pelear en la calle», cuenta «El Micky», con la naturalidad y el ímpetu de los chicos que han encontrado en el boxeo la manera de canalizar la energía de sus años adolescentes. Joksan, en cambio, es reservado, parco, e incluso su tono de voz, como si susurrara, es apenas perceptible al oído. Pero desde esa tranquilidad, con las palabras y no con esos puños tatuados que mueve durante la comparecencia ante los medios como si le cosquillearan, ha dado el primer golpe contundente a falta de poco más de dos semanas para el encuentro: Los de «El Micky» son «títulos de chocolate». La respuesta del campeón continental pluma de la WBF intenta ser indiferente: «no me calentó», dice, pero parece tocado con ese comentario salido a modo de gancho directo ahí donde duele, justo donde las piernas experimentan ese acalambramiento que impide la reacción inmediata enviada desde el cerebro. Ahora los dos son boxeadores profesionales y tienen que guardar la compostura. «El Micky» lo entiende y suaviza la tensión con un dato conciliador: «en los carnavales, las tres Punta Banda se unen, hacen equipo…». Su encuentro, por fortuna, no quedará reservado a los vecinos de las Punta Banda, la 1 y la 3. Será en el ring y ante un público que llenará el gimnasio local para verlos. La pelea fue programada el 5 de diciembre. No es fecha de carnaval.

Entre colegas… El profe Ramón me caía bien. Todo un personaje el profe. No se fue del todo contento. El profe quería quedarse en Ensenada, pero la nueva directiva sugirió que, además de otro nombre, el equipo necesitaba otro tipo de entrenador, con mayores credenciales, con otro estilo. Y lo encontró en el profe Briseño. El profe Ramón se fue y pronto encontró trabajo. Incluso, tiene a su equipo líder de su grupo en la misma división, la tercera, allá en Jalisco. Eso habla de bien de él. Sólo que en redes sociales, el profe Ramón, en su añoranza por Ensenada, ha publicado frases y fotografías a modo de guiño, y de reconquista, cuando hay un técnico que lo está haciendo bien en el lugar que él dejó. Y eso, no habla bien de él.

Malos tiempos. Hubo épocas gloriosas del beisbol amateur estatal, apenas una década atrás. Impensable suponer la crisis que se venía. Pero las dictaduras debilitan todo, corrompen, derriban esquemas, estructuras. Tanto que los malos tiempos bien podrían resumirse de la siguiente manera, inimaginable aún para muchos: Mariscos Bahía, el legendario equipo de la Liga Industrial Comercial, da un paso al costado, se retira, dice adiós en plena competencia…