Como en una historia del viejo oeste, el “Vaquero” es el más buscado.
El revólver de calibre pesado que emerge de su brazo derecho lo hace responsable de poner fuera de batalla a quienes intentaron robarle sin medir las consecuencias de tal atrevimiento.
Por más veloz que fuera el frustrado estafador, su puntería apagó las intentonas de rebelión en contra de los suyos; celoso guardián cuyos certeros disparos partieron en dos cualquier amenaza de hurto, tal como el águila voraz divide el escudo tricolor que portó en el traje de batalla.
Sus víctimas lo apuntan como cabecilla de una banda de yaquis sonorenses que sepultaron las aspiraciones de tres pandillas bravas y competitivas, peligrosas por su calidad y talento: una dominicana, una venezolana y una boricua, la local.
La primera acusación llegó de inmediato, el día de la inauguración.
Veredicto: culpable. El “Vaquero” inició los ataques de su banda utilizando un poderoso tolete que produjo heridas de muerte a sus desafiantes y los dejó tendidos en el campo de batalla después de varias horas de fuego cruzado.
También se dice que fue el líder de un póker de cañoneros bajacalifornianos, completado por un niño tecatense veloz y carismático, así como por dos tijuanenses, uno apodado “Guty”, eficaz en el dominio de las esquinas calientes, y el otro fuerte y experimentado cual longevo Roble.
Para cerrar con broche de oro, su nombre inscrito en la lista de los más temibles del duelo sostenido en el paradisiaco suelo caribeño, Borinquen, cómplice y parte activa del grupo ganador.
Tiempo de festejo. Luego, el descanso. Por unos días, a olvidar el trajín, la exigencia diaria. Los picos, los guantes, los toletes y la ropa de trabajo, a la maleta.
A cambio, las inseparables botas y el sombrero, sello de su personalidad.
Camino de regreso a casa.
Familia y amigos, orgullosos, aguardan la llegada.
La afición, agradecida, celebra a uno de los suyos como el mejor del Caribe, ninguno como él, ninguno con su talento.
Los niños, atentos al logro de su modelo a seguir, “claro que se puede, me dijeron que es de aquí, a echarle ganas, sin falta a la práctica, quiero ser como él, defender a México, ganar el Pacífico y luego el Caribe”.
En su tierra, Iker Franco, el “Vaquero”, es el más buscado.
Ensenada lo espera para sentenciarlo como culpable de escribir una página gloriosa, de orgullo para la historia del deporte de la ciudad.

mdominguez@elvigia.net
md_niebla@hotmail.com





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