Marco Deportivo :: Palos de ciego (Prohibido soñar)







El “Zurdo” cita a los chicos por la mañana.
Guía y aconseja, entrena a los prospectos. Es su vocación. Dicen que en sus tiempos fue un pitcher de los buenos, que tiene amigos importantes, puro grandes ligas: “ahí tengo una foto con fulano de tal, de hecho me llamó ayer…”, se le escucha decir.
Su amor por el beisbol lo mantiene en actividad, sólo que ahora como representante de organizaciones profesionales, por eso lo siguen los jóvenes jugadores que quieren volar alto.
Después de algunos años en la ciudad, ya conoce el medio y sus integrantes, las promesas de cada liga.
Los ve y reporta: la velocidad del pitcher, el brazo del fielder, el guante del campo corto, la velocidad en las bases de uno y la velocidad para sacar el bat del otro.
Sus informes son tomados en cuenta y las invitaciones llegan de inmediato: a reportar tal día para ser seguido de cerca junto a tantos peloteros de toda la república que sueñan con llegar al profesionalismo.
El prospecto recibe la noticia en el histórico campo donde entrena y ahí mismo comparte la buena nueva.
Emocionado, espera el apoyo de la directiva de la liga a la que ha representado en torneos juveniles.
Sin embargo, la noticia cae como bomba:
¡¿Cómo?! Claro que no te puedes ir, estamos en pleno estatal, te necesitamos, al cabo ni vas a quedarte allá, así se han ido muchos y más tardan en empacar sus cosas que en regresar, en cambio con nosotros eres titular, aquí sí te valoramos, diles que no puedes, te perderías dos juegos clave, ¿para qué te vas?
El chico explica que su viaje sólo se trata de un campamento para novatos, que regresará más adelante; emigrará y estará de regreso en unas semanas.
Pero la directiva no ve más allá de sus intereses, ¿por qué nos lo quitan?, ¿quién osó tentar a nuestro nuevo valor?, ¿cómo que se va al profesionalismo si juega en la liga más importante de la ciudad?
La falta de visión confunde, tanto que el orgullo de exportar a sus talentos es visto como un atentado contra la propiedad.
El giro de la honorable liga de pronto se transforma y pasa de ser una constante formadora de valores deportivos a convertirse en una oficina tramitadora de castigos, especializada en “prohibida la entrada”.
La ceguera directiva sólo distingue sombras y entre esas sombras encuentra culpables.
La sentencia es dictada: fuera el “Zurdo”, no puede entrar a nuestra casa, a la catedral del beisbol, el histórico campo donde los chicos tienen prohibido soñar.

mdominguez@elvigia.net
md_niebla@hotmail.com





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