Por aquellos días de primaria se hablaba de un tenista famoso, extraordinario, el mejor en la historia del país, nacido aquí, cerca, en la casa de los ventanales donde todavía lucen sus trofeos.

Entonces salía en la tele jugando los grandes torneos internacionales.

En los canales gringos del recién estrenado cablevisión lo mencionaban muy raro, arrastraban las erres iniciales de su nombre y su apellido.

Viéndolo disfruté el tenis, me gustaban sus juegos, le ganaba a los mejores del mundo y en dobles nadie lo paraba, además su papá era político importante y él se casó aquí con una Miss Universo, toda una celebridad.

Su solo nombre era motivo de orgullo para todos, sobre todo cuando aparecía con su inmaculado traje blanco y su raqueta en todo lo alto, festejando un triunfo.

Por aquellos días de secundaria se hablaba de un gran boxeador, de lo mejor en el país, nacido aquí, cerca, entrenaba en el gimnasio de su papá.

Entonces salía en la tele peleando contra puro “gallo” clasificado.

En las peleas sabatinas de la Coliseo, los cronistas mencionaban con insistencia el nombre de la ciudad y decían que él tenía todo para ganar un campeonato, era una promesa.

Viéndolo disfruté el boxeo, me gustaban sus peleas, le ganó a los mejores del país y los cronistas tenían razón, llegó a ser campeón nacional.

Su solo nombre era motivo de orgullo para todos, sobre todo cuando salía con el puño enguantado en todo lo alto, todavía con las huellas de batalla en el rostro, festejando un triunfo.

Por aquellos días de prepa se hablaba de un zurdito buenísimo, nacido aquí, cerca, de lo mejor que ha dado esta tierra, un pitcher con facultades suficientes para hacer historia, lo vieron los profesionales y se lo llevaron.

Entonces salía en la tele ganando los campeonatos de las dos mejores ligas del país y luego cumpliendo con su destino de beisbolista importante.

En las transmisiones, los cronistas de Ligas Mayores no mencionaban el nombre del municipio donde nació, sino de la delegación donde nació.

Viéndolo disfruté el beisbol, me gustaban sus juegos, le lanzaba a los mejores, a los Grandes Ligas, el único de los nuestros que lo ha logrado.

Su solo nombre era motivo de orgullo para todos, sobre todo cuando salía levantando su potente brazo izquierdo enfundado en ese elegante traje blanco a rayas, festejando un triunfo.

Por aquellos días de primaria, secundaria y prepa soñaba con ser periodista, de preferencia especializado en deportes, para poder escribir de ellos, los personajes de mi tierra, los paisanos a quienes tanto admiro.

mdominguez@elvigia.net

md_niebla@hotmail.com





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