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Por Fernando Ribeiro Cham

Alerta AMBER

Se busca, se busca, se busca. Se pide su apoyo para la localización de un colega que ha estado ausente, dejó de opinar, simplemente no se ve en su anteriormente declarada defensa y promoción de la profesión.

El 16 de octubre asistí a una conferencia en el marco del aniversario de la facultad de deportes. El colega habló de la profesionalización, la evolución de la cultura física y el deporte en Baja California. En su charla hizo énfasis en la necesidad de llevar a la ley la profesionalización de los servicios en materia de cultura física y deportes, “España, Costa Rica, son ejemplos de lo que se debe hacer en nuestro estado y país”, dijo.

Sentado por allá en una de las últimas filas, sentí una dualidad de emociones. Por una parte el júbilo de ver que en un espacio donde debe existir por concepto intrínseco, la pluralidad de ideas, como es la universidad, se hablaba de la importancia de la profesión y de la necesidad de que los legisladores contemplaran su figura, pero al mismo tiempo un pensamiento de asombro rondaba por mi mente. ¿Es acaso quien hoy toma el micrófono en defensa de la profesión, la misma persona que respaldaba a aquel boxeador que en Ensenada, al calor de una campaña política, demeritó el estudio formal, porque “el alto rendimiento no te lo enseña la escuela, te lo enseña la escuela de la vida”?

Di el beneficio de la duda, no sin antes preguntarle al expositor, si su defensa de la profesión podría verse cristalizada en una acción para denunciar a quien transgrede uno de los pocos espacios legislativos que la profesión ha ganado. Sí, respondió.

El colega, que también es columnista, ha hablado desde ese espacio sobre la profesionalización. Lo leí al hablar del acierto del alcalde Novelo, cuando éste reculó y respetó el artículo 16 del reglamento del INMUDERE. Lo leí cuando fue crítico de Ana Gabriela Guevara, especialmente cuando se reformó el estatuto de CONADE, para dar cabida a alguien sin estudios de nivel superior. Lo leí en una extraordinaria colaboración, “3 días vs 4 años”, el título, en donde desmenuzó de forma impecable la relevancia de la tecnificación en la actividad física y el deporte. Vaya, me emocionó de sobremanera ver en él a un aliado.

Luego hicimos una rueda de prensa juntos. Exhortamos, hicimos lo que en el marco del diálogo estaba en nuestras manos para enmendar lo legalmente erróneo, porque todo lo demás es un juicio se percepciones y subjetividades, pero la tinta escrita, escrita está y a ello nos ceñimos.

El silencio posterior solo permitió dar por entendido que se nos había dado una negativa ficta, una falta de respuesta que es respuesta en sí misma. Creí, quizás de forma ilusa, que esa defensa por la profesión que transpiraba el colega en su charla, animando a estudiantes que miran en él a un modelo a seguir, sería el motivo de propulsión para ir más allá, la demanda, el amparo, el recurso que esté al alcance hasta que ya no se pueda más, se triunfe o se fracase, pero no, la falta de ánimo en otros hizo mella en él, como si para defender algo se necesitara de la aprobación de terceros, como si la causa no bastara y fuese requerido el aplauso, el aliciente de los homólogos.

Una parte de mí quiere entenderlo. Es normal, las redes insultan, flagelan, erosionan de a poco. Los motes y adjetivos saltan a la primera reacción, pero no hay defensa sin que exista una ofensiva y no hay cima sin cuesta arriba.

Bachilleres, universitarios, corredores, colegas, si lo ven, si lo encuentran, díganle que lo espero para defender aquello en lo que creemos. Coméntenle que se le llama, que se le requiere, que se le necesita.

Concluyo con una interrogante de él, del 17 de enero del año pasado. Iván, ¿cuánto tiempo más seguiremos padeciendo esta situación?

*El autor es Licenciado en Actividad Física y Deporte por la UABC. Fue responsable de deporte asociado en el Instituto del Deporte de Baja California. 





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