APUNTES PERDIDOS (¿Por qué demonios expulsaron a mi tocayo?)

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Por Marco Antonio Domínguez Niebla

¿Por qué demonios expulsaron a mi tocayo Fregoso?

Leo todo. Y cuando digo todo, es todo. Así, jugueteando con el celular, llegué a una publicación de un medio local, ilustrada con la foto de un buen amigo. Ahí estaba mi tocayo Fregoso levantando su brazo, saludador, sonriente, notándosele lo buena gente que es, aun con los colores tan cargados de la imagen (estas modas de hoy en día, de saturar todo, con filtros y publicidades y tantas cosas agresivas a la vista, tan lejanas a la elegancia de la sobriedad). El texto que acompañaba la publicación era confuso pero contundente, condenatorio. Mi tocayo Fregoso, tan buen entrenador pero tan temperamental, era expulsado de “por vida” (sí, así decía, “de por vida”) de una liga llamada Futsal Center debido a “una serie de situaciones que van en contra del reglamento de ese organismo”. Seguí leyendo, intrigado, para descubrir la osadía de mi tocayo Fregoso frente a la vaguedad de lo leído hasta ese punto. ¿Qué haría?, ¿a quién deshonraría o atacaría hasta ser desterrado de dicho espacio para la práctica de una especialidad de futbol en la que él es especialista? Y ahí fui de nuevo, de abajo para arriba, tratando de hallar el motivo de la santa quemada que dicho medio imponía a mi tocayo Fregoso. Pero nada. El único posible motivo de la defenestración -de acuerdo a ese texto breve pero lo suficientemente enredoso para terminarlo completito sin entender los por qué de reverenda zarandeada al prestigio de mi tocayo Fregoso- era que “encaró” a los árbitros después de un juego que perdió por los cuartos de final de un torneo. Pero… ¿“encarar” a un árbitro es suficiente para expulsar “de por vida” a alguien de donde sea?, ¿en qué artículo del reglamento de ese circuito se sustenta la decisión (¿existirá tal documento?, y si es así, ¿por qué no se presentó en la información?). Entonces, mal pensado que soy, recordé una entrevista que en diciembre le realicé a mi tocayo Fregoso, cuando me enteré de su positivo a COVID, y le cuestioné si había asistido a algún torneo o competencia y me dijo que sí y luego le pregunté dónde, y enseguida tuvo que decirme que en una cancha llamada Futsal Center donde fue a dirigir y a discutir con unos árbitros y días después, un par de semanas aproximadamente, dio positivo al igual que varios de sus jugadores. Me sentí responsable. ¿Mis preguntas, incisivas (y espero que no insidiosas) serían detonante de la decisión de las altas autoridades de la FIFA, perdón, de la cancha futsalera ubicada en el mero centro de Macondo, perdón, de Ensenadita? Quién sabe. Todo seguirá en el misterio, en la penumbra, mientras la pregunta persista: ¿Por qué demonios expulsaron “de por vida” a mi tocayo Fregoso?

*El autor es colaborador de AGP Deportes.





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