Por Fernando Ribeiro Cham

Ana, sus pésimos resultados y el manto que todo lo blinda.

Mientras esto se escribe, México ocupa el lugar número 80 de 83 posibles en el medallero de los olímpicos de Tokio. Aún con la posibilidad del bronce en el futbol asociación, este será uno de los peores resultados de los últimos 25 años. Aunque podemos argumentar diversos factores, lo cierto es que México es una rareza en términos de rendimiento deportivos en la máxima justa deportiva internacional. Si consideramos dos variables relevantes en términos de probabilidad, como la población y el PIB, podemos llegar a la conclusión de que es altamente probable que un país con un alto número poblacional y una economía alta o en vías de desarrollo, se encuentre situado en un buen sitio del medallero. Con México no pasa eso.

Los resultados de México en Tokio, reitero, en términos de medallas, son peores que los de países que no están reconocidos como independientes por la totalidad de las naciones, incluso de países que se encuentran bajo bombardeo constante o en conflictos civiles. 

Podemos hablar de algunos procesos selectivos con severos cuestionamientos, ciclismo y clavados por ejemplo. Podemos hablar de la falla en la ejecución de algunos deportistas. Podemos hablar de la pandemia. Podemos hablar de muchas cosas, pero lo cierto es que estamos muy lejos de donde deberíamos ubicarnos. Países como San Marino, que solo llevó cinco deportistas a Tokio, se encuentran mejor ubicados que México.

Ana Guevara llegó sin las credenciales como para argumentar que podía estructura un programa a corto y mediano plazo. Claro que podemos argumentar que lo mismo pasó con Castillo, con Mena, De la Garza o Hermosillo, pero lo cierto es que Ana Gabriela tuvo la oportunidad de dirigir al deporte de una entidad, de conocer a fondo el ámbito presupuestal y legislativo y a los cuatro vientos declaró que nunca más un deportista representante de México en un evento oficial, pasarías por las penurias que ella vivió. Qué lejos se está de ello.

La CONADE es hoy una de las dependencias más cuestionadas de la administración federal, incluso por la propia base morenista. Todo inició con el presupuesto más raquítico propuesto por un presidente de la república en los últimos 15 años. La iniciativa de ley de egresos que envío el presidente López Obrador en 2019, contemplaba, menos de 1,600 millones de pesos para la CONADE, lejísimos de los casi 7 mil millones que llegó a tener en el 2012. Los legisladores tuvieron que enmendarle la página al presidente. Recortes al deporte universitario y el nulo recurso a la creación de infraestructura deportiva, fueron algunos rasgos del “férreo” apoyo que dio el presidente al deporte nacional. Eso no fue todo, desde los inicios de esta administración estuvimos a la expectativa del documento rector de la política pública deportiva. Meses y meses y no se sabía a dónde se iba, ni bajo qué criterios se podría evaluar, incluso en una ríspida comparecencia que incluyó denostaciones de Guevara hacia miembros de un poder de la federación, se cuestionó la falta del programa nacional de cultura física y deportes, que solo hace un par de meses fue presentado y que presenta severas deficiencias, como el hecho de desconocer y desacreditar la función que tienen las unidades académicas de formación de recursos humanos especializados y su impacto en el desarrollo deportivo nacional.

El trabajo de Ana Gabriela Guevara no solo ha sido cuestionado por lo que pudiera considerarse como la oposición, sino que el propio aparato gubernamental de la para algunos transformación verdadera y otros una ficción, ha aseverado el incorrecto y valga el adjetivo, corrupto manejo de los recursos del erario público, a través de la triangulación de recursos y la compra a sobreprecio a empresas ligadas a Guevara. La investigación sigue en curso, sin que sepamos a ciencia cierta sobre la conclusión de la misma. Luego vinieron los señalamientos de empresarios que denunciaron el modus operandi corrupto que ha imperado en la dependencia deportiva.

Ana Gabriela Guevara ha optado por seguir el discurso de su jefe, culpar al pasado, sin responsabilizarse de sus omisiones presentes. Una deportista que nos representó como pocas. Una funcionaria que ha representado más de lo mismo.

Una vez que concluyan los juegos, Ana Guevara debe comparecer y esta vez, el manto que todo lo protege, no debe ser condescendiente con ella. Guevara dijo en el senado de la república, que ha estado trabajando con la caca que le dejaron. Parece que ella dejará los mismos desechos. 





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