Respeto y equidad. Debate constante.

“Podré no estar de acuerdo con lo que dices, pero defenderé hasta la muerte tu derecho de decirlo”. 

  • Frase atribuida a Voltaire

Hoy se conmemora el día internacional contra la homofobia en el deporte, una fecha que recalca la importancia del respeto a la libertad de elección, esta asignatura que hoy, en medio de la continuidad de una pandemia que sigue acumulando hospitalizaciones y defunciones, ha cobrado especial importancia, llevando a gobiernos, como el de Canadá, un país considerado como altamente garante de las libertades individuales y colectivas, a tomar medidas desde el Estado, que en alguna forma merman la libertad de los ciudadanos. 

Biológicamente hay dos géneros, pero hoy por hoy, la percepción de la pertenencia a uno u otro o incluso, a ninguno de ellos, es la constante y en el deporte no es la excepción. La preferencia sexual ha tenido un cambio drástico en forma acelerada como libertad del individuo. Hoy vemos incluso una nueva corriente de personas que dicen no identificarse con el género masculino o con el femenino, es decir, no binario. Este columnista tiene absoluto respeto por las creencias, preferencias y percepciones de cada quien, pero sí deseo hacer hincapié en la necesidad de debatir sobre estos esquemas y sus implicaciones y que no solo se están dando a nivel de elección personal, sino impactando en la modificación del orden normativo, como ejemplo de ello fue la nota que recién leí ayer y que decía que en nuestro país ya se ha expedido la primera acta de nacimiento para una persona no identificado con género alguno.

Esto ha tenido implicaciones importantes en el deporte y ha puesto el debate sobre la mesa del Comité Olímpico Internacional, las federaciones internacionales y otros organismos deportivos como la NCAA, donde las consideraciones se basan especialmente en la equidad que debe existir como principio fundamental del juego, en donde se busca que sean las capacidades físicas, mentales y las habilidades técnicas y tácticas, las que den una ventaja competitiva, es ese por ejemplo, el argumento para la sanción del uso de sustancias exógenas que otorgan una ventaja sobre otro competidor.

El 16 de noviembre del año pasado, el Comité Olímpico Internacional emitió el “framework on fairness, inclussion and nondiscrimination on the basis of gender and sex variations”, un documento que fue el resultado de dos años de trabajo con atletas, médicos del deporte, endocrinólogos, especialistas en derechos humanos, abogados del deporte, entre otros y los resultados son interesantes. El primer punto que me parece relevante, es el énfasis en la equidad que debe promoverse en las competencias de la rama femenina. Por qué lo digo, porque hasta hoy los casos de hombres que pasan al género femenino y compiten contra mujeres, son abismalmente superiores en número que en sentido opuesto, es más, no recuerdo algún caso de una mujer, cuyo cambio de género le haya permitido competir contra hombres.  

Desde el 2003, año en el que el COI permitió a una persona transgénero competir en la rama de su nuevo género, hemos pasado desde la obligatoriedad de someterse a una cirugía para la remoción de órganos sexuales, pasando por el hiperandrogenismo o el tope de niveles de testosterona, hasta los casos llevados ante el tribunal internacional de arbitraje deportivo, en los que ha sentenciado que tales acciones iban en detrimento de los derechos humanos del apelante. 

Hemos llegado a un punto toral y es este choque entre la equidad como base fundamental del deporte y los derechos de las personas que se reconocen sin o como de otro género distinto al de nacimiento.

Concluyo con una pregunta que nos debe hacer reflexionar y es que si la percepción del género ha modificado la participación de deportistas, también pudiera darse en otro tipo de percepciones, por ejemplo, en cuanto a la edad. Imaginemos a un deportista de 18 años, que se percibe a sí mismo como una persona de 40 y por ende solicita competir en esa categoría etaria. ¿Deben abrirse ramas especiales para competencias en las que exclusivamente compitan personas que se consideren como no binarias, como ya se hace con quienes tienen una discapacidad física o intelectual? ¿Cómo regular un factor tan importante como lo es la producción hormonal, especialmente de testosterona y hormona de crecimiento humano, sin que ello se considere una vulneración a la privacidad del atleta? ¿Cómo hacer que comulguen el derecho constitucional a la práctica del deporte, con la equidad de competencia? ¿Qué otras percepciones psicosociales modificarán la competencia deportiva en los próximos años? 

Hay un debate muy interesante que se ha estado dando y que continuará sin duda, claro, en el marco del respeto a la libertad personal, supeditada siempre al no flagelo del derecho del otro.





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