Por Fernando Ribeiro Cham

Gestión de crisis

“Todo mundo tiene un plan, hasta que recibe un puñetazo en la cara”
– Mike Tyson
Uno de los eventos más importantes en los que tuve la oportunidad de
colaborar, fue el campeonato mundial juvenil de tae kwon do, que se realizó en
Tijuana por allá del 2010. La cantidad de países y de participantes, así como la
diversidad cultural de los mismos, planteaba retos complejos para el comité
organizador. Llegadas a distintos aeropuertos, la necesidad de contar con
traductores de al menos una docena de idiomas, los entonces recientes cambios
en la implementación tecnológica para el jueceo y la exigencia de cumplir con
estándares de calidad de una federación internacional muy celosa de sus
tradiciones, representaban un grado adicional de dificultad para un evento que
demandaba jornadas laborales de alrededor de 16 horas diarias.
Aun con el esquema de previsión y planeación al que el líder de la institución ya
nos tenía acostumbrados, hubo una serie de situaciones que escaparon de los
escenarios previamente pensados y es que entre lo imposible y lo improbable,
hay un cúmulo de escenarios y en aquella primavera tijuanense, era poco
probable que policías municipales extorsionaran a altos miembros del consejo
directivo de la federación mundial de tae kwon do y sin embargó pasó.
A escasos días del inicio del evento, elementos de seguridad pública detuvieron
y extorsionaron a quienes llamaron “unos chinitos”, sin pensar que ese acto
pondría en riesgo, por “falta de garantías de seguridad”, un evento cuyo costo
ascendió a varios millones de pesos. Las horas posteriores a la detención,
extorsión y robo a los federativos, el “war room” entró en sesión permanente. La
crisis entró de lleno cuando el vicepresidente de la federación mundial amagó
con la cancelación del evento y la enorme implicación económica, deportiva y
social que eso implicaría. Entonces, a través del ingeniero Beltrán Ramonetti y
con la intervención del profesor Dae Won Moon, el padre del tae kwon do
mexicano, se realizaron una serie de acciones para dar certeza a los federativos
internacionales, actuando instancias como la presidencia de Tijuana, la
secretaría estatal de turismo y aquellas en materia de seguridad. Las disculpas
públicas, la reparación inmediata del daño económico y acciones de diplomacia
en el más alto nivel gubernamental, permitieron distender la enorme presión que
imperó en las 48 horas posteriores a la extorsión que sufrieron los directivos
internacionales.

Las organizaciones deportivas deben entender que las crisis se deben evitar,
pero pueden aparecer y cuando ello sucede, la necesidad de tomar decisiones
con prontitud y de forma racional, es imperante. Lo peor es no hacer nada o
negar la crisis. Hay que brindar certeza al entorno, reconociendo lo existente,
garantizando que se realizará acciones en sentido distinto a las que llevaron al
punto actual y finalmente cubriendo todas las áreas de impacto de la crisis, lo
mediático, el ambiente externo y por supuesto, el núcleo organizacional que
también se ve afectado.
La crisis es un tumor multifactorial en las organizaciones deportivas y como tal,
la prontitud de su atención evita metástasis que puedan llevar a un escenario
donde las probabilidades de salir de tal situación sean escasas.





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