Por Marco Antonio Domínguez Niebla

Rehenes de la desgracia

Cuando las ligas Rural de Maneadero y Municipal de Ensenada jugaban para decidir quién iría como base de la selección de Baja California al nacional de la categoría nuevos valores, el presidente de la asociación estatal ya sabía que eso era mero trámite.

El juego de alto carreraje que terminó 14-13 y que se disputó entre semana para entregar a tiempo al representante de la entidad, de nada sirvió, como tampoco sirvió el festejo de los chicos de Maneadero, quienes, al igual que directivos y managers, ignoraban lo que ya sabían desde el órgano presidido por Freddy Lugo.

¿Y qué era lo que ya sabía el dirigente de la asociación desde hace 25 años?: Que ni le interesaba ni le preocupaba inscribir a la selección en el nacional de la categoría que reúne a los mejores beisbolistas del país entre los 17 y los 18 años.

El esquema tendría que garantizar a los mejores asistir en representación de su estado con todos los gastos pagados, vía su asociación, ya sea mediante parte del subsidio entregado por el instituto del deporte de la entidad o mediante recursos propios.

Pero desde que el eterno Lugo preside el beisbol en Baja California la cosa opera más o menos así: convencer a un mecenas que pague todo y darle el control de la selección.

Eso ha sucedido por años, tantos como los transcurridos desde 1998 cuando el Freddy llegó para quedarse.

Sólo que las cosas no son como antes, han cambiado. Pocos son quienes se atreven a invertir para soportar el peso de la reputación de un dirigente desgastado, que al paso de tanto tiempo ha terminado por dinamitar a un gremio, una comunidad deportiva.

Y, pese a ello, las ligas finalistas, aun ante la indiferencia de su asociación, estuvieron esta vez dispuestas a pagar todo lo que se generara por la convocatoria de sus jugadores a la selección estatal, algo así como 30 mil pesos por chico.

Hubo quienes, sin admitir o sin abrir los ojos al sometimiento del que están sujetos por parte del presidente de la asociación, trataron de completar pasajes, traslados y atención en el Estado de México, sede de la competencia.

Todo era inútil.

Freddy Lugo, rebelado y victimizándose contra todo y contra todos, no movió un dedo para registrar a la selección en el nacional juvenil más importante del beisbol amateur en México.

Esta es la realidad. Esta es la verdadera historia.