Falleció Joksan Hernández, a quien recordamos con la columna El “Torito” y la “Leyenda”









Ensenada, Baja California.- Joksan “Torito” Hernández falleció víctima de una enfermedad padecida durante los últimos años de su vida.

El boxeador ensenadense registró récord de 25-9-2 durante una carrera que inició el 22 de noviembre de 2003 con una victoria por nocaut sobre Mauricio Villa y que terminó con un triunfo por decisión unánime sobre Misael Castillo el 8 de julio de 2016.

Su momento más destacado como boxeador fue bajo la guía de Rafael Guzmán con peleas ante rivales de la talla del ex campeón Daniel Ponce de León.

En abril de 2010, a través de periódico El Vigía, Marco Antonio Domínguez, hoy en AGP Deportes, le dedicó la siguiente columna, referente a uno de los combates cumbre de su carrera.

El “Torito” y la “Leyenda”
¡En esta esquina: Miguel “Barreterito” Beltrán! mochiteco, temible peleador invicto y ganador del reality show “Boxeo Azteca”, promesa, futuro campeón del mundo, es un combate de trámite…
¡En la otra esquina: Joksan “Torito” Hernández! ensenadense bravo, con carácter, “una buena prueba” para el “Barreterito”…
Transmisión sabatina en red nacional de TV Azteca para presumir a su campeón, a su prospecto.
Equipo de lujo desde Ciudad Obregón, Sonora.
Narradores: “Charly” Aguilar y Rodolfo Vargas.
Analistas: el gran campeón, la leyenda: Julio César Chávez, junto a Eduardo Lamazón, otrora alto directivo del CMB y ahora mejor conocido como “don Lama, Lama, Lama, Lamita”.
La pelea empieza y el “campeón azteca” no defrauda.
El “Barreterito” es veloz, sus combinaciones fulminantes…
Apenas en el primer round, el “Torito” cae dos veces a la lona. La campana lo salva.
Los narradores elogian a su campeón, al boxeador preparado para llegar al campeonato mundial súper pluma, preparado por los “Cochules”, los Montiel, fértiles formadores de talento en Los Mochis.
El “Torito” sale al segundo asalto todavía aturdido por la velocidad de su rival.
Pero “es un guerrero”, advierte Julio César Chávez, “cuidado si se le caliente la mandíbula” (término utilizado cuando un boxeador absorbió y soportó el castigo, los primeros golpes).
Los narradores no ven lo que ve el legendario Julio y continúan una crónica optimista y cargada de un solo lado: el del “Barreterito”.
La tarjeta de Don Lama, Lama, Lama, Lamita, dice: 10-7, 10-9, 10-9 a favor del “Barreterito”.
A esas alturas, Chávez, el campeón, el histórico, el mejor boxeador mexicano de todos los tiempos, observa una pelea que nada tiene que ver con lo que relatan sus compañeros de crónica.
Joksan lo está lastimando, señala.
Sin embargo, la crónica sigue siendo parcial, inclinada hacia su producto, hacia el “Barreterito”, de quien elogian su estilo, su técnica, superior a la del “Torito”.
Pero no es cuestión de estilo, insiste Julio, corrigiendo los comentarios que escucha en la transmisión, y afirma: el “Torito” ganó este round.
Entonces, después del cuarto asalto, la pelea cambia definitivamente de dueño.
El “Torito” ya no es sólo “una buena prueba” para el “campeón azteca”.
De repente, el “Torito” vapulea al “campeón azteca”, al invicto.
Chávez, dando otra muestra de conocimientos pronostica que quien domine el último round ganará la pelea.
El “Torito” embiste, se crece, no quiere depender del veredicto de los jueces, mientras el “Barreterito” se desinfla y cae en el décimo round como un globo de esos que las televisoras nacionales se especializan en crear, para luego desecharlos cuando la fortuna da la espalda.
Julio César acertó de nuevo.
Triunfo por nocaut para el “Torito”, el boxeador que entrena en el humilde “establo” de Rafa Guzmán, ubicado en el rincón, en el sótano del gimnasio municipal Óscar “Tigre” García de Ensenada.
Derrota por nocaut para el “Barreterito”, figura de televisión, campeón de “Boxeo Azteca”, consentido del influyente “establo” de los “Cochules” en Los Mochis.
Al final, “Charly”, Rodolfo y “Don Lama, Lama, Lama, Lamita”, reconocen que no vieron lo que vio “la leyenda”, el gran Julio César.