El cuarto grande: Los Pumas cumplen 70 años









Ciudad de México.- El Club Universidad Nacional conmemora setenta años de existencia en el futbol profesional, un camino largo, lleno de victorias y aprendizajes

Pumas cumple 70 años de existencia en el futbol profesional. Ha sido un camino largo y fructífero. Los jugadores que saltaron a la cancha en el Estadio Tecnológico de Monterrey aquel 12 de septiembre de 1954 no se imaginaban que estaban comenzando a forjar la historia de un equipo legendario, cuya relevancia se fue incrementando con el paso del tiempo.

Por eso es importante recordar cómo se forjó el carácter de esta institución, que, a pesar de las críticas que se puedan externar, ha sido un pilar en el desarrollo del balompié nacional y sin el que no se podrían explicar, en muchas ocasiones, sus avances y alegrías a lo largo de este tiempo.

Ha sido un club del que han surgido algunos de los más grandes futbolistas de este país y que supo ganarse un reconocimiento, que puede ser muy difícil de obtener, gracias a su filosofía comprometida con el desarrollo de jugadores profesionales, acorde a lo que implica su pertenencia a nuestra Máxima Casa de Estudios.

El inicio

El sueño de representar a la Universidad Nacional Autónoma de México en una cancha de futbol, sin duda, debió estar presente en el alumnado desde el inicio de las prácticas deportivas en la institución. El futbol americano fue el primero que mostró la proyección que se podía alcanzar y con toda justicia se le identificó como el ejemplo a seguir.

En la década de los 40 del siglo pasado, ya un equipo representativo de la Universidad se había conformado para participar en diversos torneos de carácter estudiantil y en ellos quedó plasmado lo que ya se sospechaba: que sus futbolistas tenían indudables cualidades y que dejarían en alto el nombre de su “alma mater”.

La construcción de la Ciudad Universitaria, y en ella el nuevo estadio, creó expectativas todavía más amplias entre sus estudiantes. La posibilidad de que un escenario tan majestuoso pudiera ser la sede de un equipo representativo en el balompié profesional se comenzó a juzgar como una posibilidad real. Y el año de 1954 finalmente fue en el que se dieron las condiciones para iniciar esta historia.

Desde luego que fue un arranque complicado. El plantel no fue admitido en el máximo circuito. Así que se tuvo que aceptar la propuesta de integrarse a la Segunda División, junto a sus rivales deportivos, el Instituto Politécnico Nacional.

Y la primera jornada de la temporada 1954-55 llegó. En ella, los jugadores universitarios, entrenados por el célebre Rodolfo Muñoz “Butch”, tuvieron que desplazarse hasta la Sultana del Norte para enfrentar a la escuadra local. El resultado fue un adverso 3-1, que ya anunciaba que esa primera campaña iba a ser sumamente complicada.

Politécnicos y universitarios ocuparon los dos últimos puestos de la clasificación general. Pero, más allá de los resultados en la cancha, quedó la satisfacción de que se había dado el primer paso. El sueño había empezado a tomar forma.

Sin embargo, después de tres años en los que se tuvo torneos con marcas perdedoras, se tomó la determinación de hacer una pausa en ese incipiente camino. Las cosas no estaban funcionando y tanto el equipo de la UNAM como el del IPN decidieron retirarse de la competencia para la temporada 1957-58.

Los guinda y blanco ya no volvieron, pero los azul y oro retomaron el camino con mayor energía un año después. Con la decisiva participación de Héctor Ortiz y de Octavio Vial al frente del conjunto y la consolidación de una base estudiantil, reforzada ocasionalmente con elementos externos, en cuatro años se logró al fin el anhelo de subir a la Primera División.

Así, Pumas fue el primer equipo universitario que llegó a la Primera División del futbol mexicano para la temporada 1962-63 y desde entonces no hubo vuelta atrás. Se había andado por un camino tortuoso y por ello tenía todavía más mérito el logro alcanzado. No se compró un lugar, se ganó en buena lid, dentro del terreno de juego.

Ya instalados en el máximo circuito, curiosamente el Estadio Universitario era compartido con los otros tres capitalinos: América, Atlante y Necaxa. De tal manera, en muchas ocasiones, los felinos tuvieron que ser visitantes en su propia casa por cuestiones administrativas. Esto se acabó con la construcción del Estadio Azteca, a donde se mudaron todos ellos. Ciudad Universitaria fue exclusiva para los Pumas a partir de 1966.

Pero la felicidad todavía no era completa. Si bien Pumas ya se había consolidado en la Primera División, aún estaban lejos de tener un papel protagónico. Únicamente en la campaña 1967-68 se tuvo una actuación destacada al terminar en el subliderato general (en ese entonces, el torneo se definía por la suma de puntos conseguidos), cuatro puntos detrás de los Diablos Rojos de Toluca.

A pesar de estos tropiezos, indudablemente la fisonomía de la organización ya estaba perfilada. Con un énfasis en la formación de futbolistas, impulsada en gran parte por el entrenador italoargentino Renato Cesarini, que fue responsable del plantel durante casi tres años, aparecieron varios elementos destacados, al grado de que cuatro de ellos fueron convocados para la Copa del Mundo de 1966 en Inglaterra: Enrique Borja, Aarón Padilla, José Luis “Calaca” González y Elías Muñoz.

El despegue

La década de los setenta, que fue de transformaciones para nuestra Universidad, trajo consigo la consolidación de Pumas como un equipo sumamente destacado. Parte de ello se logró al crearse una asociación civil que desde 1975 se haría cargo de la administración del Club a fin de que no fuera una carga económica para la UNAM y que no dependiera así del presupuesto que se le pudiera otorgar.

No se puede soslayar el tino indudable de la directiva al contratar a jugadores que se transformaron en verdaderas leyendas: Evanivaldo Castro “Cabinho”, sin duda el más grande de todos, Spencer Coelho, Geraldo Cándido, Juan José Muñante… junto a figuras incipientes de la talla de Hugo Sánchez- fueron la mezcla perfecta que anunciaron la llegada del conjunto a la vanguardia del futbol nacional.

Un primer título de copa en 1975, seguido del título de campeón de campeones el mismo año, fueron los antecedentes ideales para la consecución del hasta entonces elusivo primer título de liga, en la temporada 1976-77. Un ataque poderoso que encabezó todas las ofensivas del certamen, aunado a una sólida columna vertebral, permitió que se alcanzara el primer lugar de la clasificación durante la etapa regular. Y aunque la liguilla por el título no fue sencilla, se ratificó una actuación sobresaliente con el campeonato alcanzado el 3 de julio de 1977, contra los Leones Negros de la Universidad de Guadalajara, en el Estadio Azteca.

Los dos años siguientes, ya con “Bora” Milutinovic como timonel, Pumas volvió a llegar a la final del torneo, pero no pudieron coronarse al ser superados por los Tigres y Cruz Azul, respectivamente.

Pero la presencia constante en los sitios de honor no dejaba duda que la institución ya era un protagonista de primer orden. Y todo se ratificó en el certamen de 1980-81. A los dos primeros títulos internacionales de su historia -la Copa de Campeones y Subcampeones de la Concacaf, Confederación Norte, Centroamericana y del Caribe de Futbol, y la Copa Interamericana, contra el ganador de la Copa Libertadores de América- se les sumó el segundo título de liga, obtenido de manera brillante al derrotar al Cruz Azul en el duelo decisivo por 4 goles a 1.

Los siguientes años no fueron pródigos en cuanto a la obtención de coronas -solamente se ganó la Concacaf en 1982 y 1990-, pero el estilo ofensivo del equipo y su presencia continua en los primeros sitios le valieron un reconocimiento unánime, que fue manifiesto al tener al Club Universidad como base de la Selección Nacional en el Mundial de México 86, con un cuerpo técnico encabezado por “Bora” y en el que se incluyó a ocho elementos surgidos de la cantera auriazul.

Pero no solamente en el campo estaba el sello de Pumas: también en la banca, ya que todos sus directores técnicos contaban con el ADN de la institución: después de “Bora” pasaron Mario Velarde, Héctor Sanabria, Miguel Mejía Barón y Ricardo “Tuca” Ferretti, todos exjugadores del equipo y que tuvieron las riendas de 1977 a 1996.

Cabe mencionar a la plantilla de 1990-91, que obtuvo el tercer campeonato de liga, con un grupo de jugadores que después destacarían en la Selección y que alcanzaron la mejor campaña en cuanto a números en la etapa de los torneos largos.

Tres años más tarde, Miguel Mejía Barón sería el responsable de la Selección Nacional en el Mundial de 1994, con una importante base de elementos provenientes de los Pumas.

Consolidación

Con el surgimiento de los torneos cortos en 1996 (dos cada año, en lugar de uno, como se acostumbraba con la tradicional temporada larga), la dinámica de los torneos en México cambió. Para todos los equipos, había prisa por empezar a conseguir resultados positivos o podían despedirse de una posible clasificación a la liguilla desde muy temprano en la competencia.

Esto afectó indudablemente al Club Universidad. A los directores técnicos ya no se les tuvo paciencia y, de esa manera, pasaron cinco diferentes estrategas en los primeros cuatro años con este nuevo formato.

Pero la filosofía de trabajo se mantenía intacta. Se seguía confiando en los elementos producidos en casa, tanto en el terreno de juego como en la dirección técnica.

Y en medio de este estado de cosas se produjo el arribo de Hugo Sánchez a la cabeza de la plantilla. Después de una primera etapa promisoria, que concluyó pronto por desacuerdos con la dirigencia, nuevamente se hizo cargo del conjunto en el Torneo de Invierno 2001. Se encontró estabilidad y así se alcanzaron dos semifinales en 2002, se dio la primera participación en la Copa Libertadores de América en 2003 y se obtuvo un subliderato general en el torneo de Apertura 2003.

La mesa estaba puesta para un destacadísimo año de 2004, por coincidencia el del 50 aniversario de la institución.

Después de una etapa regular en la que se peleó codo a codo el primer sitio con los Jaguares de Chiapas, y en la que Bruno Marioni obtuvo el campeonato de goleo individual, llegó el momento de la fase final, que aún se recuerda por su emocionante desarrollo y conclusión. Después de eliminar al Atlas en cuartos de final, dos cerrados encuentros con Cruz Azul concluyeron con el pase a la final frente a las Chivas de Guadalajara. No hubo vencedor ni vencido en los dos duelos decisivos, por lo que se requirió de los tiros penales para definir a un campeón. En una tensa sesión, los Pumas se coronaron 5-4 y acabaron con una sequía de 13 años sin títulos de liga.

Los próximos meses trajeron varias coronaciones más al obtenerse el título de Campeón de campeones contra Pachuca -ganador del Apertura 2003-, el XXVI Trofeo Santiago Bernabéu, en la propia casa del Real Madrid -gracias a un tanto de Israel Castro-, y el Apertura 2004, frente al Monterrey, que consagró a Pumas como el primer bicampeón en la era de los torneos cortos.

Aunque en las siguientes campañas se presentaron altibajos, un poco acorde a la tendencia general de los equipos mexicanos, dos nuevos títulos de liga se sumaron en los siguientes años, de la mano de dos directores técnicos forjados en casa y con gran identificación con los colores azul y oro: Ricardo “Tuca” Ferretti y Guillermo Vázquez Herrera (hijo).

En Clausura 2009, el timonel de origen brasileño cumplía su sexto certamen como responsable de Pumas. Con la experiencia de una final perdida un año y medio antes (contra el Atlante), no se dejó pasar una nueva oportunidad y después de cerradas confrontaciones contra los Tecos de la Autónoma de Guadalajara, Puebla y Pachuca, se obtuvo la sexta estrella para el conjunto.

Un año más tarde, Memo Vázquez, quien fungía como auxiliar de “Tuca”, se quedó con la responsabilidad del conjunto y no tardó mucho en llevarlo a la cima nuevamente.

Después de una sobresaliente etapa regular durante el Clausura 2011, no dejaron duda de su superioridad en la liguilla al eliminar a Monterrey -con ciertos apuros- y Guadalajara, antes de verse las caras con Monarcas Morelia en la final. Dos anotaciones de Juan Francisco Palencia y un recordado golazo de Javier Cortés encaminaron a los Pumas hacia la consecución de un nuevo campeonato, el séptimo de su historia.

Después de esa fecha, dos finales de liga y una de la Copa de Campeones de la Concacaf han dejado constancia que, de ninguna manera, sus integrantes se han dormido en sus laureles. Sin embargo, el deporte no es una ciencia exacta y los resultados no necesariamente reflejan el esfuerzo de quienes lo practican. Pero el deseo de superación se mantiene intacto y se continúa trabajando de manera incansable para mantener en lo alto el nombre del Club Universidad.

Conclusión

A la par de los logros en el campo, la institución se ha ido consolidando para ser ejemplar al proveer a sus integrantes de las mejores condiciones de trabajo con la construcción de las Instalaciones Ingeniero Guillermo Aguilar Álvarez, Jr., popularmente conocidas como la Cantera, en el extremo sureste de Ciudad Universitaria.

Desde 2017 existe también la escuadra femenil, que desde el primer momento se ha mostrado también como digna portadora de los colores azul y oro en cada una de las campañas que ha disputado.

Esto solamente es un esbozo de la notable historia del Club Universidad y no se le hace justicia a varios de sus actores principales, ya sean de pantalón corto o de pantalón largo. Pero un hecho incontrovertible es que quien pasa por sus filas, de manera similar a quienes lo hacen por las aulas de la UNAM, queda impregnado de una mística particular y así lo reconoce en el resto de su vida profesional.