Desde que sube al cuadrilátero llama la atención.
Su rostro chato es un mapa trazado por los puños de los rivales a los que se ha medido en su azarosa carrera deportiva.
Se despoja de la bata y su cuerpo sólo queda cubierto por un austero pantaloncillo negro, acompañado de unos zapatos del mismo color sin palomita ni tres líneas.
Su mirada somnolienta explica el origen del mote anunciado por el presentador, mientras él –arqueando las cejas que parecen marcadas por un lápiz– levanta la mano en señal de saludo a la afición: ¡en esta esquinaaaa, el “Ojitoooos”!.
Al momento de ser presentado por el sonido local, algo no cuadra: él no ha ganado ocho peleas, sólo tiene una victoria.
De hecho, después de cuatro años de profesión y ocho peleas, recién ganó por primera vez.
Fue apenas hace dos semanas, así que no tuvo tiempo ni de festejar su primer éxito, nueva función y nueva oportunidad de que caiga dinero a la bolsa, imposible desaprovecharla.
Poco después presentan a su rival, uno de los peleadores locales destinados a ganar durante la velada: ¡en la otra esquinaaaa, el “Ranaaaa”!
La diferencia de estaturas, de físicos, el alcance, la edad, todo apunta como claro favorito al de casa.
El campanazo inicial suena, ni siquiera es uno de los combates estelares, es de los preparatorios, de los que deben calentar el ánimo, poner en ambiente a la afición.
Pero pasan los dos primeros rounds y sobre el cuadrilátero no pasa nada: el “Rana” no le encuentra el modo al “Ojitos”.
La afición presiona, las peleas previas fueron mejores, emotivas, ésta es lenta, aburrida.
Entonces, por el cuarto round, el “Ojitos” lo entiende y decide ponerle pimienta al desabrido platillo pugilístico.
El “Rana” es dominador estéril, sus impactos no mueven al valiente visitante que se engalla, junta los puños, los eleva en franco desafío, “ven, no me haces nada”.
La afición reacciona, cambia de favorito, festeja las bravatas del fuereño y así transcurren los siguientes episodios hasta llegar al sexto y final.
Las tarjetas de los jueces deciden al ganador, no hay sorpresa: ¡por decisión unánimeeee, el ganador es el Ranaaaa!
El “Ojitos” baja del ring, se cambia y se retira como una sombra entre el público, su récord registra otra derrota, pero lleva buenas noticias a casa, el promotor le ha ofrecido una pelea más: esa, a final de cuentas, es su victoria, la que más importa.

mdominguez@elvigia.net
md_niebla@hotmail.com





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