Marco Deportivo :: Técnicos y políticos
El técnico trabaja en el gobierno por su capacidad. Es funcionario por derecho, no por el tributo servil a un color, a unas siglas. Es decir, no es político. Los políticos son de otra especie. Ellos negocian, mienten, son fríos, calculadores. Sus acciones siempre están basadas en lo que recibirán a cambio: votos, posiciones, años de comodidad, chamba segura para ellos y los suyos.
El técnico no. El técnico trabaja, hace la tarea que el político ofertará en las campañas. En la victoria, el técnico es discreto, no aparece, incluso se aleja del ojo público. El político no. El político es vocinglero, grita los triunfos conseguidos gracias al trabajo del técnico, generalmente sin darle el reconocimiento que merece. Eso sí, cuando el favor del elector le da la espalda, el político busca responsables, culpables. Es mal perdedor. Y cuando el político no da la talla, encuentra en el técnico a su víctima ideal. No importa que el técnico tenga un historial brillante, de resultados sobresalientes, de excelencia. En su incapacidad, el político derrotado enfila la mira hacia el técnico. Pecado capital: no estar afiliado al partido. Aunque su capacidad profesional esté probada, el técnico no sirve para los objetivos del “bien común”, pero del “bien común” de la gente del partido, de la tribu. Entonces, la solución del político es sencilla: “quita al técnico y pon a alguien de los nuestros que trabaje para la siguiente campaña. Hay un tipo medio güey, desconoce el tema, pero está desempleado y su abuelo y su papá fueron soldados del partido, les debemos el favor”. Práctica común. Ejemplos sobran. Sin embargo, la mayoría de los técnicos entienden su función y la aceptan. Saben que son incompatibles pero complementarios con los políticos. Y los capotean. Sin los técnicos, las administraciones públicas serían el caos. O, por ejemplo, sin el programa desarrollado por un técnico, un gobernador no podría aparecer en los medios de comunicación del país levantando un trofeo como el político que mayor apoyo le dio a cierta actividad durante un año. Y mientras el político sea aplaudido, ovacionado y hasta puesto como ejemplo, ahí estará el técnico detrás de él, oculto. Un especialista en el arte del bajo perfil (condición que es una virtud en la gente capaz). No falla: los mejores funcionarios públicos son técnicos, no políticos. Y tampoco falla: aunque el técnico haga un trabajo extraordinario, siempre tendrá un político jodón siguiéndolo con lupa para sugerirle que se alinee a las “necesidades” del partido.
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