Marco Deportivo :: Desmadre es la palabra
Perdonarán ustedes la expresión, pero no encuentro algo que defina mejor lo que pasaba ahí.
De repente seis “mastodontes” corrían por todos los rincones del gimnasio, entre niños y niñas, señoras y señores de todas las edades, todos igualmente soliviantados.
Era un sálvese quien pueda.
El ring llegó a estar vacío, solitario, mientras los luchadores armaban su numerito por los pasillos y las gradas del espacio tan celosamente cuidado por la máxima casa de estudios… hasta ese día.
Las primeras “víctimas” que quedaron en calidad de escombro fueron los botes de basura, luego las sillas, las mesas y hasta la tapa de una hielera. Cualquier objeto que se cruzara en el camino era bueno para cumplir con la misión: “dañar” al enemigo.
Yo, no lo niego, estaba divertido, cómo no estarlo con la exhibición de los “gladiadores” que sucumbían de manera escandalosa y aparatosa, cual pluma, ante las “cachetadas” en el pecho. Los tres “payasos” y los tres “perros” dándose sin darse. Humor en su máxima expresión para los neófitos como yo. Lo entendí cuando una de mis carcajadas se encontró con los rostros enfervorizados y tensos de los asistentes, incluyendo al reportero que cubría la nota y me miraba de reojo como diciendo: “méndigo ignorante”. Lo que para mí era una farsa, para ellos era una afrenta al orgullo del peleador agraviado con la traición del rival. Los conocedores de la Lucha Libre se levantaban del asiento, alzaban los brazos, se mecían los cabellos, festejaban o lamentaban cada lance, cada movimiento. Yo estaba más pendiente en ver a mi amigo Alfredo Mendoza, el promotor, tan ocupado de que los luchadores se dieran en la torre entre ellos y dejaran de darle en la torre al mobiliario del gimnasio. Para completar el numerito (de nuevo perdón por la palabrita), otro desmadre. Los protagonistas de la lucha anterior regresaron al ring para que la pelea estelar fuera una batalla de cinco contra cinco. Al final, unos vieron ganar a unos y otros a los otros. Por fortuna, yo sólo fui de espectador. Ya luego mi compañero Gabriel (el mismo que me vio con cara de qué poca… cuando me reía ante el esfuerzo de los artistas), me explicó lo que redactó en su nota: por qué ganaron los unos y por qué perdieron los otros. También me dijo que Alfredo, el promotor, le adelantó que vendrán más funciones próximamente. Y yo, aunque no entiendo nada de Lucha Libre, ahí voy a estar. Me encanta el desmadre.
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