Marco Deportivo :: Herencias malditas







Desde temprano se vistió para la ocasión: la camiseta a rayas recién estrenada, Reebok de las buenas, con el flamante escudo del “Rebaño Sagrado”. Un chiva más en la familia, parte de la tradición. La emoción a tope desde que en casa escuchó decir que después de eliminar al superlíder Tigres, el título estaba cerca. Lógico, se ilusionó. Cómo no hacerlo después de que el único equipo que alinea puros mexicanos dejó fuera, con un futbol dinámico e inteligente, al máximo favorito. Además, el odiado rival fue eliminado en cuartos de final. Semana redonda. Tan cerca de hacer historia, de ponerle una estrellita más al escudo. Ya en semifinales, el empate a uno de la ida en Guadalajara era cosa más que remontable. Si contra los Tigres se pudo, contra los Pumas por qué no. La familia en pleno para ser testigos de la remontada. El primer tiempo dibujó sonrisas en las caras de todos dentro de la casa. Las Chivas poniendo contra la pared a los Pumas en pleno CU. Sólo que esta vez el “Pikolín” salvó el orgullo y Cortés borró las sonrisas rojiblancas para transferirlas a los rostros azul y oro. Gol letal. Segundo tiempo y los gestos se volvieron adustos, preocupados, caras largas. Cuando se acercaba el final del juego faltaban dos goles para la hazaña. Pero cuando se acercó más el final del juego ya faltaban tres goles para la hazaña: cortesía de Verón y Dante. Noventa minutos cumplidos. Otra vez en la orilla, nueva decepción. Detrás del televisor, sollozante, el integrante más pequeño de la familia sufre más que los demás, incluso que el abuelo y el papá, tan acostumbrados a las eliminaciones y tan resignados a vivir del recuerdo, con sólo tres campeonatos ganados en cuarenta años. El menor de una de las tantas dinastías de seguidores chivas en el país, está listo para regresar a la escuela. Pero ¿cómo llegar después de las bravuconadas de la semana pasada cuando ya veía el trofeo pintado a rayas blancas y rojas? ¿Cómo comportarse para aguantar “carrilla” con la venganza de los compañeros americanistas y cruzazulinos? (a pesar de que éstos tampoco tengan antecedentes como para enorgullecerse; los primeros con dos campeonatos ganados en los últimos veinte año más y los segundos con un título en más de treinta). Esas son las malditas herencias familiares de los aficionados al futbol en este país, donde los “grandes” dejaron de serlo desde hace varias décadas, aunque conserven intacto su activo más valioso: la afición, que en uno o dos días perdonará los fracasos (ya sean rojiblancos, azules o cremas) para soñar con un nuevo campeonato que les dé un poco de la gloria perdida.

mdominguez@elvigia.net

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