Te conocí hace 17 años.
Todavía jugábamos futbol los dos.
Entonces, llegaste como invitado al equipo de la extinta estación de radio “Estereo Sol 92.1”, y desde ese momento nació una relación amistosa y de respeto.
Zurdo, buen jugador, nos ayudaste a conseguir uno que otro gol, para hacer más dignas las derrotas en aquellos torneos que sosteníamos los medios de comunicación en la cancha de futbol rápido que Alfredo Maccise administraba donde hoy está la Tienda Ley.
Luego coincidí en un par de estaciones de radio con tu hermano Édgar, lo que nos mantuvo en contacto para descubrir tantas coincidencias: el americanismo, la afición por el deporte, el amor por los medios de comunicación y la devoción por los hijos.
El tiempo y las vueltas de la vida nos acercaron en El Vigía, medio donde pudimos desarrollar una trayectoria en lo nuestro: tú en la publicidad, yo en la noticia.
Cuántas veces hemos compartido noticias deportivas de cualquier ámbito en los pasillos del periódico: nuestro América, la selección mexicana de futbol, tus Gigantes de San Francisco o mis Yankees de Nueva York, la polémica generada por tu ídolo Barry Bonds…
Cuántas veces hemos hablado de nuestros hermanos, de nuestros padres, de nuestros hijos, de los amigos en común, de los rivales dentro y fuera del deporte, del día a día en un medio tan apasionante como la prensa…
Con la emoción que genera el deporte, también hemos discrepado desde nuestras respectivas trincheras: tú como director técnico o delegado de algún equipo de futbol, yo como periodista.
Incluso, hasta has sido protagonista de alguna columna anterior, cuando tu equipo ganó el título en la liga de primera fuerza.
Hace unos días, me enteré de que te encuentras a punto de librar una exigente prueba de salud, de la cual, estoy seguro, saldrás adelante.
Sé que tienes una familia que te ama y también sé que nos tienes a nosotros, tus amigos, que hacemos fuerza para que pronto podamos seguir hablando de esos temas que tanto nos identifican.
Por último, te cuento que el domingo que entrevisté al símbolo americanista de los ochentas Antonio Carlos Santos, o el miércoles que veía la victoria de los Gigantes de San Francisco en la serie ante Filis, o mientras espero el clásico del domingo, o cuando padezco a algún “mesías” llegado con ínfulas de grandeza… como me he acordado de ti, mi querido Juan Carlos.
Suerte y ánimo.

mdominguez@elvigia.net
md_niebla@hotmail.com





Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

This site uses Akismet to reduce spam. Learn how your comment data is processed.