MARCO DEPORTIVO :: El nacional de la dictadura
Pasea su mano derecha por la barbilla, maquinando la respuesta a la pregunta que no esperaba. Se mueve ansioso en la silla, evidenciando nerviosismo. Los asistentes, en su mayoría afines a él, lo observan con admiración, esperan que reaccione, que explote como acostumbra, que ponga en su lugar al reportero que le formula esa pregunta cargada de ironía. Desconcertado, tenso, el hombre sentado frente al letrero que dice “Freddy Armando Lugo Valenzuela” lanza miradas amenazantes, pero se controla. Luego agacha la mirada, la desvía, hasta que decide contestar con un tono que no es el suyo. Habla bajo, con el temblor que domina las palabras de quienes mienten. Incluso parece otro, nada que ver con el hombre de las arengas inflamadas contra los disidentes, los no oficiales, los alejados de la mano de la normatividad. A sus espaldas asoma el anuncio: Campeonato Nacional de Beisbol de Primera Fuerza en Tijuana y Ensenada. De eso quiere hablar, sólo de eso, sin embargo, tiene que responder a la pregunta y explicar si es cierto que vetó a un cronista porque entre sus anunciantes se encontraba el restaurant de mariscos propiedad del promotor del movimiento en su contra, cinco años atrás. Responde que no fue por eso pero admite que sí le sugirió al cronista que se retirara porque estaba hablando de gente que está fuera de la normatividad, de la oficialidad. El reportero insiste y le pregunta si considera que su recomendación atenta contra la libertad de expresión del cronista. Entonces regresa el verdadero tono del presidente de la Asociación Estatal de Beisbol, ese que sus incondicionales esperan: ¡claro que no, para nada!, expresa ofendido, al sentir que su espíritu democrático ha sido puesto en duda con la pregunta. A su lado, Saúl Castro, director del instituto del deporte, sufre cada intervención del directivo al que el gobierno estatal le está pagando todo para que se luzca como organizador del magno evento nacional: uniformes, armado de la selección, preparación, hoteles, alimentación. A modo de escudo, el funcionario saca de apuros al presidente de la asociación de beisbol: bromea, rompe el hielo, destensa el ambiente, garantiza la libertad de expresión de todos los medios que den cobertura al nacional y se despide a nombre del “señor gobernador del estado”, patrocinador oficial de la justa. La rueda de prensa termina. En ese momento ya no hay dudas. Trece años no han sido en vano. La dictadura, hábil promotora de la censura y el veto, tiene su recompensa: el nacional empieza el 16 de septiembre.
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