RÉPLICA


Por Fernando Ribeiro Cham
El binomio guerra y deporte
Desde su génesis los Juegos Olímpicos han estado ligados al conflicto bélico. Según distintos autores, en el año 864 a. C., se firmó una tregua que garantizaba la realización de los juegos. El acuerdo que fue convenido por los representantes de Eleos, Esparta y Pisa, establecía que por un periodo de tres meses, estaban prohibidos los conflictos derivados de diferencias políticas entre los pueblos. Incluso en el siglo II de nuestra era, se hizo patente una versión sobre el grabado de un texto que, en referencia a la cita olímpica, decía que “Olimpia es un lugar sagrado; quien se atreva a pisar este suelo con soldados armados, será acusado de sacrilegio”.
Son muchos los episodios en los que el conflicto internacional ha incidido en el máximo evento deportivo. Desde la cancelación de los Juegos de 1916, pasando por el sentimiento nazi que imperó desde el palco presidencial en el que Hitler observaba las competencias o los boicots a Moscú o los Ángeles por la discrepancia en la guerra en Afganistán, son muestras de como la fiesta del deporte no ha sido inmune a esta lamentable pero común asignatura.
De hecho hace un par de años se estrenó la película “Unbroken”, que narra la historia de Louis Zamperini, corredor de medio fondo que representó a Estados Unidos en los Juegos de Berlín en el 36 y que unos años más tarde fue prisionero de guerra de aquel bloque Berlín-Roma y Tokio, precisamente capturado por los nipones. Zamperini que precisamente estudió y participó deportivamente en la Universidad del Sur de California (misma Alma Máter del alcalde Novelo) es un ejemplo de aquellos deportistas que del ámbito deportivo han pasado a enlistarse en las fuerzas armadas de su país para ir al combate. Caso aparte el del entonces Cassius Clay, posteriormente Muhammad Alí, quien contravino la orden de participar en el conflicto bélico de Vietnam y por ello vio suspendida su licencia de boxeo que lo alejó de los encordados en los años en los que imperaba en la categoría de los pesos pesados.
Hay otras historias como la del corredor de Sudán, López Lomong, quien víctima de guerra civil en su país de origen, vivió como refugiado por más de una década, huyendo de las guerrillas y finalmente trasladándose a Estados Unidos, antes de representar a ese país en los Juegos de Beijing.
La realidad actual ha modificado lo que podría denominarse como “geopolítica deportiva”. Hoy vemos denominaciones como el de los deportistas del equipo de refugiados o aquellos que participan de forma independiente, sin bandera de país de por medio.
Hoy la nota la dan las “Coreas”, ese territorio tan dividido no por la pequeña franja fronteriza que cruza su orografía, sino por la ideología que impera en ambas fronteras, principalmente en la convulsionada región del norte y en las coincidencias son mínimas con su contraparte sureña. Importante entonces fue el hecho de que lo que la diplomacia política, siempre sujeta a la intervención de Estados Unidos y la agenda del desarme nuclear, no pudo hacer, el deporte logró tender un puente de convivencia, al menos de forma temporal, entre los asiáticos.
El anuncio se dio luego de pláticas en las que se acordó que ambas naciones desfilarán de forma conjunta en los Olímpicos invernales de Pyeongchang, territorio surcoreano, además de que hay delegaciones deportivas entrenando en el país vecino en un acto no imaginado hace unos meses. Incluso planean participar en un combinado en el deporte de hockey.
Mientras algunos ven con buenos ojos este acercamiento entre Corea del Norte y Corea del Sur, algunos otros son más escépticos respecto a los posibles intereses detrás de esta manifestación de ser representados de forma conjunta.
Finalmente será el Comité Olímpico Internacional quien decida la procedencia o no de dicha solicitud, que hay que decirlo, cuenta con antecedentes similares con la presencia en eventos deportivos, escasos, de la bandera de la Corea Unificada.
*El autor es Licenciado en Actividad Física y Deporte por la UABC. Fue responsable de deporte asociado en el Instituto del Deporte de Baja California. En la actualidad encabeza la coordinación de educación física en el Sistema Educativo Estatal. También preside el consejo directivo del Salón de la Fama del Deporte de Ensenada.
