RÉPLICA


Por Fernando Ribeiro Cham
Irracionalidad
“Hay dos cosas infinitas: la estupidez humana y el universo; y no estoy seguro de lo segundo”
- Albert Einstein
“Vamos bien, porque se ha podido domar la epidemia y en vez que de que disparara, como ha sucedido lamentablemente en otras partes, aquí el crecimiento ha sido horizontal”
- Andrés Manuel López Obrador, 27 de abril de 2020
Don Gonzalo es médico internista. Hace poco más de un año fue su último pase de lista y tenía unas vacaciones planeadas por el mediterráneo de Europa, mismas que tuvieron que verse aplazadas por la contingencia mundial sanitaria. A sus 64 años de edad, Don Gonzalo luce fuerte, aun con esa tos que le ha heredado, como acompañante constante, la media docena de cigarrillos que a pesar de los regaños de su esposa y su hija mayor, no ha dejado de fumar.
La actividad física del ex médico de la clínica 28, se limitaba a estirar las piernas entre consulta y consulta y es justo añadir, que debido al visible y prominente aumento de peso que ha venido a ser mayor desde que sus jornadas se extendieron, le hizo caso a su secretaria y hoy estaciona el auto a cuadra y media del nosocomio, lo que lo obliga a aumentar en 876 pasos, su cuenta personal diaria, cuya meta personal es ya de 6,000.
El día de hoy Felipe ha llegado a casa de sus padres y mientras Doña Lourdes servía el desayuno, le ha comentado a su padre que lo ha inscrito en un gimnasio situado en el fraccionamiento donde vive, ahora con la hija menor como huésped, el matrimonio Rodríguez Amezcua. “No me puedes decir que no. Pasaré por ti e iremos una hora al día. Solo aceptan a 6 personas por clase, el lugar está ventilado, te toman la temperatura, el instructor usa cubrebocas y nosotros lo usaremos también. Recuerda que Villaescusa (un colega cardiólogo), te recomendó hacer de 30 a 45 minutos de ejercicio diarios y ya no quiero volver a pasar por la angustia de ese preinfarto que puso a todos con el Jesús en la boca”.
Don Gonzalo solo respondió con un “pues a ver si me gusta”, mientras ingresaba la última de las cinco galletas que había sumergido en el café, con dos cucharadas de azúcar, pero eso bastó para que Doña Lourdes, haciendo uso de la vieja estrategia del uno dos, añadiera que se sentía tan contenta porque ahora sí, padre e hijo convivirían más.
Felipe pasó por su padre al cuarto para la hora. Tenis lavados ayer por la tarde por Doña Lourdes, Don Gonzalo subió al auto, más con el ánimo de cumplirle un par de días a su hijo, que por la prescripción de su ex compañero de piso.
No tardaron mucho en llegar. A pesar de que tuvieron que desviarse, calle y media, debido a una reparación del asfalto recién instalado hace un par de semanas, el auto se estacionó frente al gimnasio que extrañamente lucia oscuro. Felipe revisó las redes sociales del sitio y el semblante cambio en el hijo, “debido a la disposición de la autoridad, nos vemos en la penosa necesidad de cerrar (otra vez y de manera indefinida). Les pedimos comunicarse al …”
“Caray, justo llevaban unos meses que volvieron a abrir. Quién sabe cómo le harán con la renta y los gastos. Pobre gym”, comentó Felipe. Escapándose una vez más del “enorme” sacrificio que le representaba ejercitarse, Don Gonzalo le recordó a Felipe que debían llegar por el espinazo que Doña Lourdes les encargó para el pozole de la tarde.
Son ya las 4:30 de la tarde y Fabiola, la hija más pequeña, ha sorprendido a sus padres con unos boletos para la función de las 7:30 de la tarde. “Es la nueva comedia del cine mexicano que tuvo que retrasarse por esto del virus”, les comenta gustosamente, seguido de un “vamos, todo está muy cuidado y hay bastante separación entre los asientos”.
Abrigados los tres, más Don Gonzalo que las dos mujeres, hacen una breve fila de apenas 26 personas, decimos que es breve, puesto que antes la fila llegaba hasta pasando la puerta principal y hay que agregar que el otro “obstáculo”, la fila de la dulcería, está “moviéndose” también de forma rápida, especialmente porque Fabiola cuenta con esa tarjeta de cliente frecuente. Don Gonzalo optó por el combo cuatro, palomitas grandes, mitad cheddar y mitad acarameladas, soda reducida en azúcar – por insistencia de su esposa – y unos nachos pequeños con queso. La película ha iniciado. Dos horas veintiocho minutos después, van de regreso a casa.
Felipe no ha claudicado en promover en su padre algo de ejercicio físico. El gimnasio le ofreció programas en línea, pero sabe que Don Gonzalo no entiende mucho de eso que llaman las nuevas tecnologías de la información. “Vamos a la unidad deportiva, aunque sea caminar un poco, papá” y Don Gonzalo, quien recién había leído ya la sección de deportes del diario local, aceptó esta vez de forma complaciente. Una cartulina fluorescente y el taquillero, anuncian que la unidad ha sido cerrada por los que dirigen y que no se sabe hasta cuándo estará así, “ya hasta los del atletismo, ya saben que no se puede entrar”. “Ni modo, Felipe, ya no nos tocaba”, lanzó Don Gonzalo.
El atardecer luce estupendo, es uno de esos regalos que la bahía ofrece a quienes miran por su ventana entre las 4:40 y las 5 de la tarde. Don Gonzalo ha decidido ir a probar suerte – mejor que la que le representó dos salidas infructuosas a ejercitarse – y pasa ya el filtro sanitario del casino al que asiste con regularidad. Después de 10 o 15 minutos sin que la maquina elegida lance alguna combinación favorable, decide cambiarse a otra, claro, una que está a metro y medio de separación de la próxima permitida y pide, para entrar en calor, un whisky doble al mesero, quien de forma rápida aparece con la bebida que será la primera de cuatro que tomará Don Gonzalo durante su estancia. Han pasado ya dos horas y cuarenta y tres minutos desde que llegó Don Gonzalo, el cansancio empieza a aparecer, pero es aminorado por la constante circulación de oxígeno proveniente del aire acondicionado, aunque hay que decirlo, este mismo aire le hace toser un par de veces, ocasionando en que su vecina próxima, gire un poco su cabeza, solo para constatar que con cubrebocas puesto, no hay de qué preocuparse.
Don Gonzalo ha regresado a casa. Pasado mañana tiene cita, a eso del mediodía, con el cardiólogo.
P.d. De acuerdo con cifras de la Secretaría de Salud de Baja California, al día de hoy no se ha registrado un solo caso de COVID 19, cuyo origen haya sido la asistencia a un gimnasio o centro de instrucción física. En el sureste de Australia, de poco más de 6 millones de visitas en 423 gimnasios, no se reportó ningún caso de COVID 19, cuyo origen haya sido la asistencia a un gimnasio o centro de instrucción física. En España, con datos los contagios por asistencia a gimnasios han representado un 0.34% de los casos totales, mientras que de acuerdo al estudio de Castañeda – Babarro y cols, el confinamiento ha aumentado en un 28.3% la disminución de ejercicio físico poblacional. 7 de cada 10 hospitalizados por COVID 19, sufren de una comorbilidad asociada al sedentarismo y a una pobre alimentación nutricional.