Ensenada, Baja California.- Fue la cara del proyecto.
La presentación estelar.
Alejandro Molina, primer jugador firmado por el Atlético Ensenada, el nuevo equipo de la nueva Liga de Balompié Mexicano representado por el ensenadense más destacado del futbol profesional durante la última década.
El presidente del equipo, Antonio García Rojas, lo echó por delante. Un escudo. La única certeza ofrecida entre tantas incertidumbres.
Inatajable e incuestionable: un futbolista de casa, campeón del ascenso con Xolos y Dorados, y casi campeón por Necaxa, de no ser por aquello sucedido la noche cuando estuvo en el lugar y el momento inoportunos.
Tres años de inactividad. Y ya libre, Dorados del ascenso y la vuelta a casa con el Atlético Ensenada.
Pero desde entonces, la realidad derrumbando expectativas e intenciones. “Sería un sueño poder cerrar mi carrera profesional en casa, con mi gente y mi afición”.
A dos meses de ser el emblema, el estandarte del proyecto, la cuenta en ceros. Ni un peso para él ni para sus compañeros.
Y el sueño de jugar frente a la familia, frente a su hija apoyando desde la grada del estadio ensenadense, difuminado al grado de pesadilla.
De aquel “nos pagarán todo, con retroactivo incluido, el primero de octubre” al “entiéndeme, prefiero no hablar de Toño (García, presidente del Atlético Ensenada)”.
Ante el castillo de naipes derrumbado, sin cimientos, sin inversionistas ni relaciones públicas, la alternativa: “Ha sido un día de locos. Estoy en Guadalajara con Halcones de Zapopan (de la misma Liga de Balompié Mexicano) donde jugaré. No me quiero meter en temas desgastantes respecto a Antonio (García Rojas). Sé que estuvo declarando en un medio (de Veracruz) y ya se encargarán ustedes de la nota”.
Molina ha vuelto a la cancha. Lejos de casa. Pero con la estabilidad de recibir la retribución al trabajo realizado.
“Fue desgastante por muchas situaciones, más porque soy de Ensenada. Pero ya estoy con Halcones, tranquilo”, agregó.