Marco Deportivo :: Los chiquillos del profe
El chiquillo es feliz jugando beisbol.
En el diamante se siente pleno, es su momento favorito del día.
Desde que empezó a jugar beisbol, ha permanecido en el mismo equipo, con el mismo manager.
Con él ha vivido nuevas experiencias, lo admira: “dicen que a mi edad el profe era muy bueno, que salía seguido en el periódico”.
Ya son muchos años de complicidad, de sueños compartidos, de derrotas y de triunfos, de alegrías y de tristezas, de aprendizaje mutuo, de soportar palizas y burlas, de crecimiento, de convivir con refuerzos que han elevado el nivel del equipo, de dejar el sótano para pelearle a los mejores.
Papá y mamá han hecho sacrificios para que el chiquillo haga lo que más disfruta: jugar al beisbol en el mismo equipo, con el profe y sus amigos, algunos de los socios que empezaron a su lado y que hoy disputan el liderato.
Su vida, a tan corta edad, es plena, todo es alegría; después del estudio, espera el momento de ir al campo a entrenar, el beisbol es adictivo, hay tantas cosas por aprender a diario.
Pero un día, el chiquillo se entera de que su equipo no fue programado porque su manager, el profe, fue expulsado del beisbol oficial, federado, ¿qué es eso… oficial, federado?, se pregunta confundido.
De repente, el chiquillo escucha términos que desconoce: “dicen que el profe no puede seguir con nosotros porque juega en una liga disidente, ¿disidente… qué es eso?”.
En el periódico dice que el profe está infiltrado en la liga donde jugamos y que además ha tenido actos de prepotencia, ¿infiltrado, prepotencia?, ¿eso es grave?
También dicen que el profe será castigado por un señor muy malo al que acusan de cosas raras que no entiendo, ¿qué es dictador, corrupto, vividor, vengativo?
En el entrenamiento comentan que los directivos de la liga no sólo no discutieron la sanción ni pidieron explicaciones, sino que sólo obedecieron por miedo a ese señor que quiere castigar al profe nomás porque sí, de un día para otro.
El chiquillo y sus compañeros están preocupados, ¿y si ya no nos dejan jugar en la liga?, ¿y si ese señor logra que el profe ya no esté con nosotros?
En eso, el chiquillo y sus compañeros escuchan el grito del profe, “todos a entrenar”.
Las pelotas ruedan sobre el campo, algunos sacan los guantes, otros los bats, los chiquillos se emocionan al ver llegar al profe y olvidan los problemas, las envidias, los líos de los adultos, las cosas que no entienden.
Ellos son felices haciendo lo que sí entienden: jugar al beisbol.
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