Entre Guadalajara y tanto municipio jalisciense se encuentra Lagos de Moreno, tierra futbolera, pero también cuna del cacique del beisbol mexicano y, como consecuencia, sede habitual de los campeonatos nacionales de ese deporte.

Juveniles, mayores, veteranos, todos, tarde o temprano, caen allá.

Hasta aquellos terrenos occidentales, Baja California, eterno aspirante al campeonato, viajó con una más de sus selecciones para tratar de romper el maleficio consumado desde 1994, cuando se registró el último éxito.
El fracaso, desde entonces, ha sido permanente, constante: unidos o desunidos, en la abundancia o en la crisis, en las generaciones espontáneas o en los talentos surgidos a cuentagotas, en la dictadura o en la democracia, en la organización o en el caos.
Entre las deudas, el hotel que no se pagó, el transporte que no llegó, el directivo o el manager que tuvo que “invertir” para salvar la imagen del estado, el talento del beisbolista de Baja California alcanza para defender, cuando menos, la dignidad deportiva.
A la sombra de Nuevo León, Sinaloa y Chihuahua, el beisbol de Baja California ha esperado dieciséis años sin ganar un nacional; demasiado si se toma en cuenta la calidad de sus exponentes, razonable si se considera la caótica dictadura aferrada al “poder” desde 1998.
Cada año, sin embargo, es borrón y cuenta nueva, resurgen las expectativas, la ilusión de regresar con el trofeo que justifique tantos años de desventuras, de no encontrar explicaciones a la longevidad de un líder sin liderazgo, que desdeña los coqueteos reconciliatorios de una de las ligas municipales más importantes del estado (orgullo que impide olvidar agravios, herencia de fracturas desatendidas).
El nacional 2010 no fue la excepción.
En Lagos de Moreno, Baja California fue uno de los protagonistas del “mundo al revés”, de un nacional que no pareció nacional (aunque fuera legal, federado y oficial).
Las crónicas patrocinadas que llegaban desde la tierra del militar refugiado dentro de las caducas estructuras del deporte mexicano anunciaban noticias inesperadas: Baja California le ganó a Nuevo León y Chihuahua, dos de sus históricos verdugos.
Pero las mismas noticias presentadas por el diario regional, en cuyo calce sólo faltaban las facturas de consumo, reportaban un resultado de primera ronda ofensivo para el prestigio de Baja California: derrota con el Distrito Federal.
A pesar de ese tropiezo, el estado se mantuvo en la pelea y accedió a la semifinal ante el local, Jalisco, fácil presa en el pasado, victimario en el presente.
Sin más opción que buscar el tercer lugar y la revancha, Baja California se encontró de nuevo con el Distrito Federal, pero la afrenta no pudo ser vengada, por el contrario, la decadencia fue restregada en el rostro volcánico de la dictadura.
Podredumbre que ha contaminado todo a punta de reelecciones.

mdominguez@elvigia.net
md_niebla@hotmail.com





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