Ensenada, Baja California.- Desde su natal Valle de San Quintín Heber Villalobos destacó a edad temprana.
Pero hubo de trasladarse a Ensenada en busca de mayor exigencia, de competencia, de un circuito donde demostrar su talento como beisbolista.
Ya instalado en la cabecera del municipio fue dejando atrás los procesos de forma acelerada gracias a su calidad como bateador de contacto, pero sobre todo como receptor.
De Donkeys y Yankees, equipos de la Liga Municipal Infantil y Juvenil de Ensenada, pasó a las selecciones del municipio y del estado.
En el campo de la delegación ensenadense de Chapultepec, jugando con los Yankees, lo vio el scout de Diablos Rojos del México, César Báez, quien lo firmó ahí mismo, “en el puesto de burritos”. Tenía 14.
Tres años después, lo hecho en la organización escarlata lo proyectó a la gran oportunidad de la que todo el medio del beisbol en San Quintín y Ensenada habla: la firma con Padres de San Diego.
“Me siento orgulloso de este logro, de concretar esta firma. Fue una noticia que sorprendió en el Valle de San Quintín y he recibido muchas llamadas y felicitaciones”, comentó.

En la espera de conocer la fecha cuando viajará a República Dominicana para sumarse a la Summer League, el pelotero de 17 años vivió un 2020 redondo.
En el torneo de Prospectos del programa del gobierno federal en apoyo al beisbol, Probeis, fue elegido mejor receptor dentro de la novena ideal, entre agosto y septiembre en Guadalajara.
De ahí se trasladó a la Copa por México, donde, como talento de la organización promotora en las instalaciones de la Academia propia, Diablos Rojos del México, terminó campeón con la novena Nelson Barrera.
En consecuencia, Padres y el contrato. “En la Copa por México se dio el acuerdo. Siempre he soñado con jugar en Grandes Ligas y lo primero era trabajar bien para que me firmara el scout”.
Aun cuando la repercusión del vínculo con Padres ha sido masiva en San Quintín, Ensenada y Baja California, para Heber la decisión tiene un significado más allá del que mueve al aficionado.
“A uno como jugador no le importa en qué equipo, sino llegar a Grandes Ligas; pero estoy muy agradecido que se haya dado con Padres”, refirió.
El estudiante del quinto cuatrimestre de bachillerato y aficionado a las series y a la música, tiene como base el apoyo familiar, incluidos sus padres, su hermana y su hermano Héctor, también profesional.
“A él lo firmó Cardenales de San Luis y hoy es pitcher de Leones de Yucatán”.

Precisamente colaborando con su hermano mayor, empezó a jugar la receptoría después de iniciar como jugador de cuadro y como pitcher. “Soy rápido sacando corredores, tratando de que no pase la bola. La defensiva es mi fuerte”, consideró.
Entre sus maestros detrás de home, subrayó especialmente al legendario Noé Muñoz, su instructor en Diablos Rojos, junto a otros estelares como Enrique Reyes, Héctor Estrada, Ramón Hernández y Guillermo Navarro.
Con esos cimientos, el proyecto de Heber Villalobos apunta a convertirse en jugador de Grandes Ligas, nivel que en Ensenada sólo ha conseguido un beisbolista, Daniel Garibay, pitcher de Cachorros de Chicago durante la temporada 2000.
“He escuchado de él y se convierte en una motivación por saber que ha sido el único en llegar a Grandes Ligas y que puedo seguir yo”, completó.
