Reyes Ronfini recuerda, durante la pausa pandémica, sus tres olímpicos y sus pasajes con Michael Jordan y el Dream Team


Ensenada, Baja California.- José Reyes Ronfini alcanzó tres designaciones a Juegos Olímpicos. Fue árbitro en Atlanta 1996, Atenas 2004 y Río 2016.
Mejor no pudo irle: en Atlanta nueve juegos pitados incluida la final varonil; en Atenas ocho encuentros sobre la duela como protagonista de la final femenil; y en los olímpicos brasileños volvió al juego por el oro varonil.
Durante más de 20 años de trayectoria al tope de su especialidad, convivió con leyendas internacionales como Michael Jordan cuando el Dream Team alistaba el viaje a Barcelona 1992.
También fue árbitro de campeonatos del mundo, juegos panamericanos y centroamericanos para cimentar una de las trayectorias más notables del baloncesto mexicano en general.
Desde su residencia en Ensenada, mientras transcurre la cuarentena ordenada por el gobierno federal a causa del COVID-19, continúa su trabajo a distancia como directivo del órgano regulador del basquetbol mexicano: Ademeba, cuya gerencia deportiva ocupa desde 2016.
“Estamos viviendo en la Ciudad de México y trabajando fuerte con una nueva gobernanza con la maestra Xochitl Lagarda. Lo que se está haciendo es reestructurar y generar proyectos a futuro equilibrando la actividad en rama femenil con la varonil”, refirió.
Casi cuatro años atrás, Reyes Ronfini se mudó junto a su familia a la capital mexicana, una ciudad que “más que vivirla hay que sobrevivirla”.
“En México el confinamiento es difícil porque vivimos en un edificio de tres torres con 160 departamentos y mucho flujo de gente, así que el encierro es más doloroso. Por eso me vine a Ensenada con la familia, mientras pasa esta situación”, apuntó.
Aun cuando su estadía es temporal, dijo: “Me fascina venir a mi casa y disfruto ver cosas que no veo en México. Me siento a gusto y no cambio mi ciudad por ninguna”.
Jordan y la experiencia olímpica
Llegó con 24 años a Atlanta 1996 cuando arbitró nueve encuentros, incluida la final Estados Unidos contra Yugoslavia, ganada por el segundo Dream Team.
Pero en el ciclo olímpico anterior, el de 1992, alcanzó a pitarle alguna vez al primero de los equipos de ensueño, comandado por el astro de los Toros de Chicago.
“Ahí estaba Michael Jordan cuando hicieron una gira de preparación en el sur de Texas y trabajamos con ellos antes de 1992”. La mayoría de ese equipo siguió en Atlanta 1996. Entonces, José Reyes Ronfini era el árbitro más joven de la justa olímpica y también uno de los responsables de aplicar el reglamento sobre la duela en la gran final. Y lo hizo a rajatabla. “Era irreverente, desenfadado para tomar decisiones. Sabía el reglamento, la dinámica del arbitraje, pero también era desinhibido para dialogar con los jugadores y tomar decisiones que no eran fáciles. Eso me puso en el mapa”, relató.
Con ese ímpetu echó de la final, ya por concluir, a Charles Barkley, estrella de la NBA.
“Se hizo una confrontación, y Barkley salió del banco para meterse a la cancha. Mi compañero árbitro me dijo que dejara pasar la situación, pero decidí expulsar a Barkley aplicando la regla como tal. En otra etapa de mi carrera no lo hubiera hecho así”, recordó.
Precisamente ese ejemplo lo contrastó con su labor 20 años después, en Río, durante su tercera y última participación olímpica. “El criterio no te lo da el conocimiento de la regla sino la calidad y cantidad de juegos y los años, la madurez. Por muy buen árbitro que seas, hasta que no tienes continuidad para ser más analítico, entiendes esa parte”, refirió.
Hasta ahí
“Van tres Juegos Olímpicos y ahí me voy a quedar. La edad no permite seguir. Fueron 20 años de participación entre los primeros y los últimos, lo que es una satisfacción por permanecer tantos años en la elite mundial”, reconoció.
Además hubo campeonatos mundiales, intercontinentales, juegos panamericanos, centroamericanos, las ligas nacionales de México, así como las ligas de Puerto Rico, Venezuela y Brasil, donde también trabajó.
“La satisfacción es que siempre llevé una vida disciplinada, preocupado por mi preparación física, técnica y táctica. Todo fue recompensa al trabajo constante y reiterado”, consideró.